Por Julio Martínez Pozo .
Y dijo el Mesías “¿Por qué molestáis a la mujer? Pues buena obra ha hecho conmigo. Porque a los pobres siempre los tendréis con vosotros, pero a mí no siempre me tendréis…”
Y dijo el Mesías “¿Por qué molestáis a la mujer? Pues buena obra ha hecho conmigo. Porque a los pobres siempre los tendréis con vosotros, pero a mí no siempre me tendréis…”
No es una premisa neotestamentaria porque ya había quedado expuesta
en Deuteronomio 15:11, antes de que Mateo 26:11 colocara esa sentencia
en labios de Jesús: “Porque nunca faltarán pobres en tu tierra; por eso
te ordeno, diciendo: “Con liberalidad abrirás tu mano a tu hermano, al
necesitado y al pobre en tu tierra”, y le agrego yo, con orden y control
sin afectar a los tuyos”.
En días recientes en los que caminaba de un lugar a otro en el centro
neoyorquino con mis colegas de la radio, me atravesaban por la mente
estos pasajes bíblicos al observar tanta indigencia en la principal
capital del mundo, que presenta la paradoja de tener a un veinte por
ciento de la población por debajo de los umbrales de la pobreza.
Pero ya quisiéramos los dominicanos igualarles porque en nuestro caso
es más de un 30% el que vive en la indigencia, que todavía sigue
representando una posición de privilegio frente al panorama que
proyectan los diez países más pobres: Zambia 86% de personas en miseria
patética, Franja de Gaza 81%; Zimbabue 80%; Chad 80%; Moldavia 80%;
Haití 80%; Liberia 80%; Angola 70%.
Entre esos países, el vecino siamés de la República Dominicana, tiene
el mérito de mantener el ingreso per cápita más bajo del mundo,
situación que se ha agudizado con el terremoto del 12 de enero de 2010,
evento que generó muchos compromisos de ayudas de las naciones más
poderosas del planeta que no se ha materializado, por lo que un país
tiene que quitarse de la boca parte de los alimentos, las medicinas y
los empleos que necesitan sus pobres para compartirlos con uno de los
tres o cuatro de los treinta países más pobres del mundo que no están
ubicados en África Subsahariana, los otros son Afganistán, Guatemala y
Nepal.
Dos mil años después de que el Mesías advirtiera que la pobreza era
eterna tenemos 1, 300 millones de personas que viven con menos de un
dólar diario y cerca de 3 mil millones, que no completan dos dólares
por día, cerca de un 50% de la población mundial.
Que esas son las injusticias del capitalismo salvaje por la
desigualdad y la incorrecta distribución de las riquezas, pero la gran
paradoja es que son las sociedades con desarrollo capitalista las que
más éxitos han tenido en la reducción de los porcentajes de pobreza,
nunca en su eliminación.
De un lado a otro de la marca establecida por el paralelo 38 hay dos
Coreas, y en la que un joven puede planificar su futuro y nace con la
esperanza de progreso es en la capitalista, en la otra está condenado a
la tristeza, vivirá en la pobreza después de haber sido obligado a diez
años de servicio militar tras concluir sus estudios secundarios, tiempo
que en las democracias se emplea para cursar las carreras y las
especialidades.
No es que debemos ser pesimistas, los dominicanos podemos dar la
batalla contra ese alto porcentaje de indigencia y exclusión, y podemos
seguir apoyando a nuestros vecinos, pero tenemos que procurar que el
mundo conozca y respete nuestras prioridades, no podemos llevar nuestra
carga y echarnos la del 80% de la pobreza haitiana, porque ambos países
seriamos arrastrados al colapso.
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