En su artículo “El poder y el liderazgo: entre
puestos y sobrecitos”, Leonel Fernández hace referencia a tratados y
pensadores que a lo largo de la historia han estudiado el fenómeno del
poder, pero no profundiza en sus planteamientos y se limita a narrar
experiencias personales que, a su entender, ilustran cómo se conciben el
poder y el liderazgo en la República Dominicana.
Una de sus
referencias cita la negativa del Presidente Balaguer para que dirigentes
del Partido Reformista fueran designados en el gobierno que él
---Leonel--- encabezaría a partir de 1996.
Revela que a pesar de
esa negativa fueron nombrados algunos dirigentes reformistas, entre
ellos a Modesto Guzmán en el Inposdom, y que éste le confesó que a
partir de ese momento se convirtió en un privilegiado del el anillo
balaguerista, pues era “de los pocos reformistas con capacidad para
resolver”. Al punto que con ese cargo “hasta el paraíso le quedaba
chiquito.
A partir de esta experiencia Fernández concluye que la
negativa de Balaguer a que fueran nombrados en su gobierno dirigentes
reformistas se debía a que, como “gran conocedor del alma humana”, le
inquietaba que la “multiplicación” de paraísos como el de Modesto
erosionaran su autoridad en el partido.
La segunda anécdota trata
sobre un episodio ocurrido en un reparto navideño. Narra Leonel que se
encontraba en Dajabón repartiendo “canastas” y al conductor de su
vehículo le llamó la atención cómo la multitud seguía y vitoreaba al
encargado de distribuir unos sobrecitos con dineros donados por
empresarios amigos.
Este le comentó sorprendido ---narra Leonel---
el liderazgo que había alcanzado ese compañero. Para aleccionarlo,
dispuso que el reparto de “sobrecitos” cambiara de manos y, como era de
esperarse, así mismo se desplazó “la muchedumbre” hacia el otro
compañero responsabilizado de los repartos.
Para el ex presidente
esas experiencias ponen “de relieve una gran enseñanza de las ciencias
políticas acerca del liderazgo y la teoría del poder” en el sentido de
que al margen del factor ideológico, el mismo está relacionado con la
capacidad “de coacción o represión” y “la capacidad para dar o
distribuir.”
Asimila el Paradigma Lasswell de la Comunicación y lo
utiliza en una aplicación sobre el poder para afirmar: “El poder se
traduce en la siguiente fórmula: Quién da Qué, a Quién, por Qué Medios,
con Qué Efectos...”
A partir de este ejercicio Leonel se revela
como un dirigente político que cree en un liderazgo que se forja y se
mantiene sobre la base de la dádiva, la clientela y la repartición
manipulada del poder y sus beneficios.
Es una pena que piense
así... Y que lo escriba, aún peor. Porque, además, constituye una
negación de lo que él mismo está llamado a representar.
Leonel
Fernández es un líder carismático, con una enorme capacidad de comunicar
sus ideas y de conectar con personas de todo estrato social y
económico. Es culto y gusta del debate de las ideas y de la altura en el
ejercicio de la política. Es decente, prudente y honesto.
Y es
ahí donde radica la base de su liderazgo. No en los sobrecitos, ni en
los cargos o las cuotas de poder que antes podía repartir y que ahora
reparte otro.
Como tampoco es verdad ---como insinúa con el
ejemplo de Modesto---, que su autoridad en el PLD se haya debilitado
debido a que ya no reparte favores. Escribir eso constituye una falta de
respeto a sus compañeros de partido, especialmente a los demás miembros
del Comité Político.
Los peledeistas han seguido a Leonel por sus
condiciones personales y sus méritos políticos-partidarios. Y así como
Fernández ha construido su liderazgo a partir de sus condiciones,
también lo han hecho otros...entre ellos Danilo Medina.
No es
verdad que el liderazgo que exhibe Danilo se deba a su capacidad actual
de repartir favores, como deja entrever Leonel. El poder tiene la
capacidad de inclinar la balanza de manera coyuntural, pero no se llega
donde está Danilo sin tener condiciones excepcionales.
Es evidente
que el Presidente Fernández escribió ese trabajo con las heridas de la
elección del Comité Político aún muy reciente. Un acto apresurado e
impensado cuando en política lo mejor es actuar con flema. Exactamente
lo que ha hecho siempre Leonel.
Con ese artículo intenta
desconsiderar a sus compañeros de partido y esa parte empobrecida de la
sociedad que recibe las ayudas del Estado, y evidencia la intención de
disminuir el liderazgo de Danilo Medina. Algo que con mucha sutiliza e
inteligencia ya le respondió el Presidente de la República.
De
paso otorgó armas a sus jurados enemigos que desde el pasado lunes se
dan banquete “analizando” el artículo del ex presidente. En su afán por
justificar el momento de adversidad que atraviesa ha colocado bajo
cuestionamiento las propias bases y hasta la estatura de su liderazgo.
Y
aunque es probable que Leonel haya dicho algunas verdades, él sabe
mejor que nadie que en política no todas las verdades se pueden decir.
Su artículo fue un error que de seguro le marcará por mucho tiempo y que
lo deja muy mal parado ante la sociedad.
Un extravío que denota
una extraña incapacidad para asimilar la realidad del momento y para
leer adecuadamente el presente escenario político. Algo impropio de un
líder de su talento y experiencia.
En “Del Sentimiento Trágico de
la Vida”, don Miguel de Unamuno nos lega una frase que refleja lo que
significa ejercer un liderazgo social y político de forma responsable:
“(...) todo lo que el hombre hace como mero individuo, frente a la
sociedad, por conservarse aunque sea a costa de ella, es malo, y es
bueno cuanto hace como persona social, por la sociedad en que él se
incluye...”
Lástima que la visión de Leonel sobre el poder y el
liderazgo lo haya colocado tan cerca de Maquiavelo...y tan lejos de
Unamuno.
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