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lunes, febrero 17, 2014

Leyendo a Leonel

Por Óscar Medina.
En su artículo “El poder y el liderazgo: entre puestos y sobrecitos”, Leonel Fernández hace referencia a tratados y pensadores que a lo largo de la historia han estudiado el fenómeno del poder, pero no profundiza en sus planteamientos y se limita a narrar experiencias personales que, a su entender, ilustran cómo se conciben el poder y el liderazgo en la República Dominicana.
Una de sus referencias cita la negativa del Presidente Balaguer para que dirigentes del Partido Reformista fueran designados en el gobierno que él ---Leonel--- encabezaría a partir de 1996.
Revela que a pesar de esa negativa fueron nombrados algunos dirigentes reformistas, entre ellos a Modesto Guzmán en el Inposdom, y que éste le confesó que a partir de ese momento se convirtió en un privilegiado del el anillo balaguerista, pues era “de los pocos reformistas con capacidad para resolver”. Al punto que con ese cargo “hasta el paraíso le quedaba chiquito.
A partir de esta experiencia Fernández concluye que la negativa de Balaguer a que fueran nombrados en su gobierno dirigentes reformistas se debía a que, como “gran conocedor del alma humana”, le inquietaba que la “multiplicación” de paraísos como el de Modesto erosionaran su autoridad en el partido.
La segunda anécdota trata sobre un episodio ocurrido en un reparto navideño. Narra Leonel que se encontraba en Dajabón repartiendo “canastas” y al conductor de su vehículo le llamó la atención cómo la multitud seguía y vitoreaba al encargado de distribuir unos sobrecitos con dineros donados por empresarios amigos.
Este le comentó sorprendido ---narra Leonel--- el liderazgo que había alcanzado ese compañero. Para aleccionarlo, dispuso que el reparto de “sobrecitos” cambiara de manos y, como era de esperarse, así mismo se desplazó “la muchedumbre” hacia el otro compañero responsabilizado de los repartos.
Para el ex presidente esas experiencias ponen “de relieve una gran enseñanza de las ciencias políticas acerca del liderazgo y la teoría del poder” en el sentido de que al margen del factor ideológico, el mismo está relacionado con la capacidad “de coacción o represión” y “la capacidad para dar o distribuir.”
Asimila el Paradigma Lasswell de la Comunicación y lo utiliza en una aplicación sobre el poder para afirmar: “El poder se traduce en la siguiente fórmula: Quién da Qué, a Quién, por Qué Medios, con Qué Efectos...”
A partir de este ejercicio Leonel se revela como un dirigente político que cree en un liderazgo que se forja y se mantiene sobre la base de la dádiva, la clientela y la repartición manipulada del poder y sus beneficios.
Es una pena que piense así... Y que lo escriba, aún peor. Porque, además, constituye una negación de lo que él mismo está llamado a representar.
Leonel Fernández es un líder carismático, con una enorme capacidad de comunicar sus ideas y de conectar con personas de todo estrato social y económico. Es culto y gusta del debate de las ideas y de la altura en el ejercicio de la política. Es decente, prudente y honesto.
Y es ahí donde radica la base de su liderazgo. No en los sobrecitos, ni en los cargos o las cuotas de poder que antes podía repartir y que ahora reparte otro.
Como tampoco es verdad ---como insinúa con el ejemplo de Modesto---, que su autoridad en el PLD se haya debilitado debido a que ya no reparte favores. Escribir eso constituye una falta de respeto a sus compañeros de partido, especialmente a los demás miembros del Comité Político.
Los peledeistas han seguido a Leonel por sus condiciones personales y sus méritos políticos-partidarios. Y así como Fernández ha construido su liderazgo a partir de sus condiciones, también lo han hecho otros...entre ellos Danilo Medina.
No es verdad que el liderazgo que exhibe Danilo se deba a su capacidad actual de repartir favores, como deja entrever Leonel. El poder tiene la capacidad de inclinar la balanza de manera coyuntural, pero no se llega donde está Danilo sin tener condiciones excepcionales.
Es evidente que el Presidente Fernández escribió ese trabajo con las heridas de la elección del Comité Político aún muy reciente. Un acto apresurado e impensado cuando en política lo mejor es actuar con flema. Exactamente lo que ha hecho siempre Leonel.
Con ese artículo intenta desconsiderar a sus compañeros de partido y esa parte empobrecida de la sociedad que recibe las ayudas del Estado, y evidencia la intención de disminuir el liderazgo de Danilo Medina. Algo que con mucha sutiliza e inteligencia ya le respondió el Presidente de la República.
De paso otorgó armas a sus jurados enemigos que desde el pasado lunes se dan banquete “analizando” el artículo del ex presidente. En su afán por justificar el momento de adversidad que atraviesa ha colocado bajo cuestionamiento las propias bases y hasta la estatura de su liderazgo.
Y aunque es probable que Leonel haya dicho algunas verdades, él sabe mejor que nadie que en política no todas las verdades se pueden decir. Su artículo fue un error que de seguro le marcará por mucho tiempo y que lo deja muy mal parado ante la sociedad.
Un extravío que denota una extraña incapacidad para asimilar la realidad del momento y para leer adecuadamente el presente escenario político. Algo impropio de un líder de su talento y experiencia.
En “Del Sentimiento Trágico de la Vida”, don Miguel de Unamuno nos lega una frase que refleja lo que significa ejercer un liderazgo social y político de forma responsable: “(...) todo lo que el hombre hace como mero individuo, frente a la sociedad, por conservarse aunque sea a costa de ella, es malo, y es bueno cuanto hace como persona social, por la sociedad en que él se incluye...”
Lástima que la visión de Leonel sobre el poder y el liderazgo lo haya colocado tan cerca de Maquiavelo...y tan lejos de Unamuno. 

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