Nelson Mandela, el primer presidente negro de
Sudáfrica, quien falleció este jueves, demostró con su vida que lo
aparentemente imposible es posible.
BBC Mundo;-A pesar de haber recurrido a la violencia para
tratar de derrotar el sistema de supremacía blanca y haber sufrido como
consecuencia una larga condena de cárcel (1962-1990), Mandela salió de
prisión con un mensaje de reconciliación y unidad como única vía para
reconstruir a Sudáfrica.
"He luchado contra la dominación
blanca y he combatido la dominación negra. He promovido el ideal de una
sociedad democrática y libre en la cual todas las personas puedan vivir
en armonía y con igualdad de oportunidades. Es un ideal por el que
espero vivir, pero si es necesario, es un ideal por el que estoy
dispuesto a morir", dijo el 10 de mayo de 1994 al cerrar el discurso con
el que tomó posesión como el primer presidente negro de su país.
Sus palabras reflejaron que el espíritu de Mandela no se quebró en esos 27 años en prisión.
Ese talante ya había quedado demostrado cuando,
tras ser liberado, visitó con un mensaje conciliador a la viuda de
Hendrik Verwoerd, el arquitecto del sistema de segregación racial que
durante casi cincuenta años oprimió a la mayoría negra.
El apartheid fue el mismo sistema que encarceló a
Mandela y lo hizo picar piedra cada mañana encadenado. Sus pulmones y
su vista sufrieron daños irreversibles.
Mandela desafió a las autoridades presentándose ante la Justicia en el atuendo de su tribu. |
Fue el mismo sistema que había asesinado
brutalmente a líderes de la lucha por la libertad como Steve
Biko, o
cuyas fuerzas de seguridad dispararon en contra niños en la masacre de
Soweto en junio de 1967.
Cuando el gobierno blanco, afectado por la
presión internacional, le ofreció liberarlo pero con la condición de que
abandonara su militancia, Mandela, quien ya llevaba dos décadas en la
cárcel, respondió que "mi libertad no puede separarse de la de todos los
demás".
Mandela encarnó con sus acciones los ideales de
libertad y justicia que defendía. Y tuvo la grandeza de acercarse a
quienes martirizaron a su raza.
Eligió el perdón por encima del odio y construyó
puentes hacia el enemigo. Muchas veces con sentido del humor y siempre
con dignidad.
El exmandatario no fue sólo el estadista que
supo conducir al país por la cuerda floja de la reconciliación tras las
atrocidades del apartheid.
Un pie en la realeza
Mandela nació el 18 de julio de 1918 en Umtata, una pequeña comunidad en el este de Sudáfrica.
Su padre, jefe del clan Madiba de la familia
real Tembu, murió cuando Mandela tenía 12 años, pero el líder tribal se
aseguró de que tuviera una buena educación.
El adolescente asistió a una escuela de misioneros británicos y luego estudió abogacía.
Cuando llegó a Johanesburgo, Mandela experimentó
la segregación racial y se convirtió pronto en una figura prominente en
la lucha contra el apartheid. En 1943 se unió al Congreso Nacional
Africano, CNA, fundando su ala juvenil y convirtiéndose más tarde en
presidente de la organización.
En 1944 Mandela se casó con su primera esposa,
Evelyn Mase, con quien tuvo cuatro hijos, y en 1952 abrió un despacho de
abogados junto a su compañero de lucha Oliver Tambo.
Luego de divorciarse de Mase, Mandela se casó en
1958 con Winnie Madikizela, con quien tuvo dos hijas. De sus seis
hijos, sólo tres hijas permanecen actualmente con vida.
"Dispuesto a morir"
En 1956 Mandela fue acusado de alta traición
junto a otros 155 activistas, pero los cargos en su contra fueron
retirados tras un juicio que duró cuatro años.
La resistencia contra el apartheid seguía
creciendo, en particular en lo que se refería a la Ley de Áreas, que
forzaba a las personas de determinada raza a trabajar en ciertas
actividades y a vivir en zonas designadas.
El apartheid también imponía la clasificación de
las personas por su color y prohibía el casamiento entre personas de
diferente raza.
La población sudafricana en masa salió a celebrar la liberación de Mandela. |
Las tensiones se agravaron en 1960 con la
masacre de Sharpeville, cuando las fuerzas de seguridad mataron a 69
personas negras que participaban en una manifestación pacífica contra el
apartheid.
El CNA fue proscrito ese año y el líder
sudafricano decidió seguir su lucha en la clandestinidad, convirtiéndose
en uno de los hombres más buscados por las autoridades.
La masacre de Sharpeville marcó el fin de la
resistencia pacífica. Mandela lanzó un plan de sabotaje económico y
posteriormente fue arrestado, acusado de atentar contra el gobierno.
En un acto desafiante, Mandela, quien enfrentaba
una posible pena de muerte, se presentó a la audiencia vistiendo el
tradicional atuendo Tembu.
Mandela se encargó de su propia defensa en los tribunales y sin llamar a ningún testigo, declaró:
"Yo abrigo en mi corazón el ideal de una
sociedad democrática e igualitaria en la que todas las personas vivan en
armonía y con igualdad de oportunidades".
"Es un ideal que espero ver materializado en vida. Pero si es necesario, es un ideal por el que estoy dispuesto a morir".
En 1964 Mandela fue sentenciado a cadena
perpetua. En su primer año en la cárcel murieron su hijo mayor y su
madre, pero las autoridades no le permitieron asistir a los funerales.
Masacre de Soweto
Mandela pasó 18 años encarcelado en la isla de
Robben Island, donde los prisioneros salían todas las mañanas, en
hileras y encadenados, a picar piedras. En 1982 fue trasladado a la
cárcel de Pollsmoor, en Ciudad del Cabo.
Mientras Mandela y otros líderes del Congreso
Nacional Africano permanecían en prisión o en el exilio, los jóvenes de
los barrios negros de Sudáfrica continuaban su lucha contra el gobierno
de la minoría blanca.
Uno de los hechos más recordados es la masacre
de Soweto, el 16 de junio de 1976, cuando miles de estudiantes negros
protestaron contra el decreto que los obligaba a estudiar en afrikaans,
la lengua de la minoría blanca, y fueron dispersados por la policía a
balazos.
Una de las imágenes más potentes de la lucha
contra el apartheid es la de Hector Peterson, un adolescente de 13 años,
muerto en los brazos de su compañero Mbuyisa Makhubu, durante una
masiva concentración estudiantil en el simbólico barrio de
Johannesburgo.
Mandela no dudó en vestir la camiseta de la selección de rugby en 1995, un deporte asociado entonces con la opresión. |
Libre al fin
En la década del 80 el antiguo compañero de
Mandela, Oliver Tambo, entonces en el exilio, lanzó una campaña global
por su liberación.
La comunidad internacional intensificó las
sanciones contra el régimen del apartheid y la presión mundial
eventualmente tuvo resultados.
El 11 de febrero de 1990 el presidente
sudafricano Frederick de Klerk liberó a Mandela y se iniciaron
conversaciones dirigidas a la formación de una democracia multiracial.
Pero la minoría blanca rechazó los llamados a
elecciones libres y los enfrentamientos llevaron al país al borde de la
guerra civil.
En diciembre de 1993, Mandela y de Klerk recibieron de forma conjunta el Premio Nobel de la Paz.
Cinco meses después, el 16 de abril de 1994,
millones de personas hicieron fila para participar en los primeros
comicios libres en la historia de Sudáfrica.
Cuando Mandela votó por primera vez en su vida a la edad de 75 años dijo a la prensa que se sentía "un hombre completo".
"Humanidad común"
Mandela se concentró en crear una nueva imagen
internacional para Sudáfrica, logrando persuadir a las compañías
multinacionales a permanecer e invertir en el país.
El líder también recurrió al deporte para
fortalecer el orgullo nacional y convenció a la mayoría de apoyar a los
Springboks, el equipo de rugby asociado con la opresión de la minoría
blanca.
Contra todas las previsiones, los Springboks
ganaron el Mundial de 1995 en territorio sudafricano, un
Tras ser liberado, Mandela visitó a los líderes que le habían dado su apoyo. |
episodio
recordado recientemente en la película "Invictus", que hizo Clint
Eastwood basada en el libro de John Carling.
Mandela señaló que la reconciliación "no
significa olvidar o reprimir el dolor por el pasado", pero aseguró que
una nación no puede fundarse en la venganza, sino en "nuestra humanidad
común, en la tolerancia".
Algunos críticos señalan que el líder
sudafricano no hizo lo suficiente para combatir problemas graves como la
criminalidad, los escándalos de corrupción en el CNA y el SIDA.
El expresidente reconoció que debió haber
prestado más atención a la expansión de la enfermedad en su país e
impulsó luego en numerosas ocasiones iniciativas globales para combatir
la epidemia.
En un país donde todavía es tabú hablar del
SIDA, Mandela admitió que su hijo Makgatho había muerto en 2005 a causa
del virus e instó a los sudafricanos a hablar sobre la epidemia "para
que comience a parecer una enfermedad normal".
En la escena internacional, el líder sudafricano fue firme en su oposición a la invasión de Estados Unidos en Irak en 2003.
"Lo que condeno es que un poder, con un
presidente sin visión, que no puede pensar propiamente, quiera llevar al
mundo al holocausto", señaló.
Mandela, a quien en 2001 se le diagnosticó un
cáncer de próstata, también participó en negociaciones de paz en la
República Democrática del Congo, Burundi y otros países africanos.
Retiro de la vida pública
Mandela y Graça Machel antes de la clausura del Mundial de Fútbol en 2010 |
A los 80 años Mandela, quien se había divorciado
en 1992 de Winnie, contrajo matrimonio con Graça Machel, viuda del
expresidente de Mozambique Samora Machel.
En 2004, a los 85 años "Madiba" se retiró de la vida pública.
Su apoyo fue fundamental para que Sudáfrica
obtuviera la sede del Mundial de Fútbol de 2010, la primera vez que el
evento se realizó en suelo africano, una muestra de que aún con más de
90 años siempre estaba listo para impulsar las causas de su país.
Estadista, luchador por la libertad, la paz y la reconciliación, venerado más allá de fronteras geográficas o generacionales.
La vida de Nelson Mandela a lo largo de más de nueve décadas escapa a los confines de cualquier narración.
El Premio Nobel de literatura Seamus Heaney se
inspiró en Mandela para escribir el coro más conocido de su poema épico
"La Cura en Troya":
"Los seres humanos sufren,
se torturan unos a otros,
se hacen daño y se endurecen...
La historia dice: No hay esperanza
a este lado de la tumba.
Pero entonces, una vez en la vida ...
puede emerger la justicia,
y riman la historia y la esperanza".
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