Nueva
York;-El denominado Comité de Profesionales Defensores de la Patria vio
la luz en esta ciudad, el domingo 22 de diciembre, del presente 2013.
Con una masiva representación y aludiendo razones patrióticas, el
mencionado comité compuesto por la doctora Gladys Feliz, doctora María
Jaquez, arquitecto William Rafael Reyna Rivas, ingeniero
Samil Daniel Castillo, Santiago Ricardo Sánchez, Daisy Cabrera, Miriam
Collado, Rafael Morel, Soko Marchena, Guillermo Duarte y Ramón Eddy
Ortega sometió a los medios el documento que presentamos a continuación:
A partir del 12 de enero de 2010, no solo hubo en Haití un Terremoto, sino el inicio de violaciones a nuestra frontera. De igual modo, ha habido un atrevido desafío a nuestra institucionalidad.
A partir del 12 de enero de 2010, no solo hubo en Haití un Terremoto, sino el inicio de violaciones a nuestra frontera. De igual modo, ha habido un atrevido desafío a nuestra institucionalidad.
Es
harto conocido que desde hace tiempo se dio inicio a tramas y fraudes en
nuestro Registro Civil. Los mismos fueron violentados y asaltados sin
misericordia. La necesidad de documentación para registrar los hijos de
indocumentados en el sistema escolar del país, así como la documentación
requerida para conseguir empleos, ha convertido a la Junta Central
Electoral en piedra angular del problema. Al verse impedidos a
conseguirlos por la vía legal, los inmigrantes haitianos se han visto
obligados a recurrir a la falsificación de estos indispensables
documentos.
Con la facilidad con que diariamente cientos de
haitianos indocumentados atraviesan el rio Masacre a pies, pone en
serias dificultades el sistema de migratorio del país, partiendo del
punto de que Haití no les emite documentación a sus ciudadanos. Este
hecho coloca a la República Dominicana en una situación difícil, ya que
elimina la posibilidad de saber cuándo un descendiente haitiano nació en
el país, o en Haití. De aquí se deriva el hecho de que un millón de
residentes haitianos digan ser dominicanos.
Los incidentes
recientes acaecidos en barrios del país, en los cuales se observan a
ciudadanos haitianos incinerando banderas dominicanas, a la vez que
enarbolan la bandera haitiana, mueve a preocupación, ya que estas
acciones nos permiten entender las razones por las que el Consulado
haitiano suspendiera el proceso de documentación de sus ciudadanos.
Mueve a suspicacia creer que las autoridades del vecino país entendieran
que les era más conveniente aprovechar el momento de crisis
desencadenado por la sentencia emitida el pasado 23 de septiembre del
presente año.
Cabe preguntarnos: ¿Cuál es la razón que mueve a
estos inmigrantes en tránsito? A nosotros se nos ocurre pensar que el
motivo subyacente descansa en que al ser aceptados como dominicanos
podrán adquirir el derecho al voto, o lo que es lo mismo, a elegir y ser
elegidos. Y es aquí precisamente, donde está el meollo del asunto, pues
un millón de personas se podrían reproducir en seis millones en un
lapso de veinte años; lo que quiere decir, que seis millones de
personas podrían decidir quiénes serían los futuros presidentes,
legisladores, síndicos, regidores, jueces, y demás servidores públicos; y
eso, sin lugar a dudas, pone en peligro la nacionalidad y los mejores
intereses de la república.
Dudamos que a los vecinos haitianos
les interese el progreso y el desarrollo del país. A nuestros vecinos
les gusta este país porque en él, pueden vivir y disfrutar sin pagar
impuestos; disfrutar de lo que todo lo que los dominicanos hemos logrado
con tanto sacrificios, sin que ellos hayan aportado el más mínimo
esfuerzo, es sencillamente inaceptable.
Nos rehusamos a convivir
con los nacionales haitianos porque no han escatimado esfuerzos en
desacreditar nuestro país con denuncias de racismo y xenofobia a través
de documentaciones falsas; no les basta con destruir y contaminar
nuestro medio ambiente, sino que han tenido la desfachatez de llenar
nuestro terruño de odio.
Es absurdo el que tengamos que
dialogar con Haití para la aplicación de nuestras leyes y hacer valer
nuestra constitución. ¿A caso no somos un país soberano?
Pedirle permiso a Haití para orientar nuestro país en el tema migratorio
sentaría un mal precedente, pues el pueblo podría percibir que el
presidente de la república no respeta nuestra constitución, y esto
serviría de acicate para un llamado a la desobediencia civil, la cual
podría derivar en una guerra fratricida.
No olvidemos, que los
padres de nuestra patria nos enseñaron a morir por ella. Esta situación
se está convirtiendo en un asunto de patria o muerte, y no estamos
dispuestos a dejarle a los haitianos nuestra nación, que tanta sangre ha
costado.
El presidente de la república Danilo Medina, no se
ha detenido a explicarle al país, y al pueblo que lo eligió, en qué
consiste el diálogo con Haití y sobre qué base legal lo hará. Tras el
anuncio del tristemente célebre encuentro, muchos de nosotros hemos
empezado a creer que no contamos; que sencillamente, no existimos.
Nos resistimos a ningún tipo de diálogo mientras nuestras fronteras
sigan abiertas; no hay nada que hablar cuando los haitianos ocupan la
mayoría de los trabajos de la construcción, mientras que las manos de
obra dominicanas están desempleadas; no tenemos nada que hablar mientras
nuestros hospitales tengan estén atendiendo el 24% de parturientas
haitianas, las cuales luego quieren que le emitan un acta de nacimiento a
sus recién nacidos.
Nuestros barrios, están llenos de
nacionales haitianos carentes de documentos de identidad personal, lo
que se constituye en un serio factor de inseguridad ciudadana ya que
roban, violan nuestras niñas, matan nuestros connacionales y luego con
toda impunidad se mudan de lugar sin poder ser rastreados.
Exigimos que esto se defina imponiendo la sentencia TC 0168-13 del
Tribunal Constitucional Dominicano. Todo aquel que esté conviviendo en
el país de forma ilegal, que sea expulsado; y el que califique para
hacer residencia permanente, que le sea otorgada; pero que la
nacionalidad dominicana no sea festinada en manos de los haitianos.
Demandamos respeto a nuestros símbolos patrios: a nuestra bandera, nuestro escudo y a nuestro himno nacional.
De una vez y por todas, exigimos que se construya UN MURO EN LA
FRONTERA, el cual estamos seguros que todos los dominicanos estamos
dispuestos a colaborar hasta con la mano de obra, si es necesario.
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