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jueves, diciembre 26, 2013

En NY se gesta el Comité de Profesionales Defensores de la Patria

Nueva York;-El denominado Comité de Profesionales Defensores de la Patria vio la luz en esta ciudad, el domingo 22 de diciembre, del presente 2013. Con una masiva representación y aludiendo razones patrióticas, el mencionado comité compuesto por la doctora Gladys Feliz, doctora María Jaquez, arquitecto William Rafael Reyna Rivas, ingeniero Samil Daniel Castillo, Santiago Ricardo Sánchez, Daisy Cabrera, Miriam Collado, Rafael Morel, Soko Marchena, Guillermo Duarte y Ramón Eddy Ortega sometió a los medios el documento que presentamos a continuación:
A partir del 12 de enero de 2010, no solo hubo en Haití un Terremoto, sino el inicio de violaciones a nuestra frontera. De igual modo, ha habido un atrevido desafío a nuestra institucionalidad.
Es harto conocido que desde hace tiempo se dio inicio a tramas y fraudes en nuestro Registro Civil. Los mismos fueron violentados y asaltados sin misericordia. La necesidad de documentación para registrar los hijos de indocumentados en el sistema escolar del país, así como la documentación requerida para conseguir empleos, ha convertido a la Junta Central Electoral en piedra angular del problema. Al verse impedidos a conseguirlos por la vía legal, los inmigrantes haitianos se han visto obligados a recurrir a la falsificación de estos indispensables documentos.
Con la facilidad con que diariamente cientos de haitianos indocumentados atraviesan el rio Masacre a pies, pone en serias dificultades el sistema de migratorio del país, partiendo del punto de que Haití no les emite documentación a sus ciudadanos. Este hecho coloca a la República Dominicana en una situación difícil, ya que elimina la posibilidad de saber cuándo un descendiente haitiano nació en el país, o en Haití. De aquí se deriva el hecho de que un millón de residentes haitianos digan ser dominicanos.
Los incidentes recientes acaecidos en barrios del país, en los cuales se observan a ciudadanos haitianos incinerando banderas dominicanas, a la vez que enarbolan la bandera haitiana, mueve a preocupación, ya que estas acciones nos permiten entender las razones por las que el Consulado haitiano suspendiera el proceso de documentación de sus ciudadanos. Mueve a suspicacia creer que las autoridades del vecino país entendieran que les era más conveniente aprovechar el momento de crisis desencadenado por la sentencia emitida el pasado 23 de septiembre del presente año.
Cabe preguntarnos: ¿Cuál es la razón que mueve a estos inmigrantes en tránsito? A nosotros se nos ocurre pensar que el motivo subyacente descansa en que al ser aceptados como dominicanos podrán adquirir el derecho al voto, o lo que es lo mismo, a elegir y ser elegidos. Y es aquí precisamente, donde está el meollo del asunto, pues un millón de personas se podrían reproducir en seis millones en un lapso de veinte años; lo que quiere decir, que seis millones de personas podrían decidir quiénes serían los futuros presidentes, legisladores, síndicos, regidores, jueces, y demás servidores públicos; y eso, sin lugar a dudas, pone en peligro la nacionalidad y los mejores intereses de la república.
Dudamos que a los vecinos haitianos les interese el progreso y el desarrollo del país. A nuestros vecinos les gusta este país porque en él, pueden vivir y disfrutar sin pagar impuestos; disfrutar de lo que todo lo que los dominicanos hemos logrado con tanto sacrificios, sin que ellos hayan aportado el más mínimo esfuerzo, es sencillamente inaceptable.
Nos rehusamos a convivir con los nacionales haitianos porque no han escatimado esfuerzos en desacreditar nuestro país con denuncias de racismo y xenofobia a través de documentaciones falsas; no les basta con destruir y contaminar nuestro medio ambiente, sino que han tenido la desfachatez de llenar nuestro terruño de odio.
Es absurdo el que tengamos que dialogar con Haití para la aplicación de nuestras leyes y hacer valer nuestra constitución. ¿A caso no somos un país soberano?
Pedirle permiso a Haití para orientar nuestro país en el tema migratorio sentaría un mal precedente, pues el pueblo podría percibir que el presidente de la república no respeta nuestra constitución, y esto serviría de acicate para un llamado a la desobediencia civil, la cual podría derivar en una guerra fratricida.
No olvidemos, que los padres de nuestra patria nos enseñaron a morir por ella. Esta situación se está convirtiendo en un asunto de patria o muerte, y no estamos dispuestos a dejarle a los haitianos nuestra nación, que tanta sangre ha costado.
El presidente de la república Danilo Medina, no se ha detenido a explicarle al país, y al pueblo que lo eligió, en qué consiste el diálogo con Haití y sobre qué base legal lo hará. Tras el anuncio del tristemente célebre encuentro, muchos de nosotros hemos empezado a creer que no contamos; que sencillamente, no existimos.
Nos resistimos a ningún tipo de diálogo mientras nuestras fronteras sigan abiertas; no hay nada que hablar cuando los haitianos ocupan la mayoría de los trabajos de la construcción, mientras que las manos de obra dominicanas están desempleadas; no tenemos nada que hablar mientras nuestros hospitales tengan estén atendiendo el 24% de parturientas haitianas, las cuales luego quieren que le emitan un acta de nacimiento a sus recién nacidos.
Nuestros barrios, están llenos de nacionales haitianos carentes de documentos de identidad personal, lo que se constituye en un serio factor de inseguridad ciudadana ya que roban, violan nuestras niñas, matan nuestros connacionales y luego con toda impunidad se mudan de lugar sin poder ser rastreados.
Exigimos que esto se defina imponiendo la sentencia TC 0168-13 del Tribunal Constitucional Dominicano. Todo aquel que esté conviviendo en el país de forma ilegal, que sea expulsado; y el que califique para hacer residencia permanente, que le sea otorgada; pero que la nacionalidad dominicana no sea festinada en manos de los haitianos.
Demandamos respeto a nuestros símbolos patrios: a nuestra bandera, nuestro escudo y a nuestro himno nacional.
De una vez y por todas, exigimos que se construya UN MURO EN LA FRONTERA, el cual estamos seguros que todos los dominicanos estamos dispuestos a colaborar hasta con la mano de obra, si es necesario.

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