Imprudente porque se elaboró sin tener una clara idea del propósito que se buscaba con ese gesto abusivo en casa ajena.
Inoportuno
porque no era el momento para llamar la atención del país sobre un tema
que los dominicanos conocen muy bien y de primera mano.
Y
repugnante porque se utilizó la buena fe de damas extrañas al país que
ignoran la idiosincrasia de los dominicanos y la manera como se bate el
cobre en este país.
La definición que le he dado mas arriba al
citado show de mal gusto lo justifica las excusas de la señora Mirna
Cunningham, una dirigente indígena de Nicaragua quien expresó sus
excusas al presidente Medina y a la República Dominicana por el show de
mal gusto que escenificaron en presencia del jefe del Estado.
Las
mujeres dominicanas organizadoras de la pendejada del martes último
ignoran, además, cuáles son los sentimientos dominicanos y cómo, a
través de la historia, se ha forjado esa cultura con respecto a la
nación haitiana.
Personalmente soy uno de los defensores
conscientes de los negros haitianos en contra del régimen de explotación
e inhumanidad que los esclavizaba como animales, pero cualquier lego
comprende que la lucha haitiana dista mucho de lo que ha sido la
formación de la nacionalidad dominicana, de sus sentimientos y de su
cultura hispánica.
Nadie en esta parte de la isla necesitó luchar
nunca contra los esclavistas. Cuando los hubo se produjo una evolución
que determinó para siempre el carácter del pueblo dominicano. Las
incitadoras del escándalo de la semana pasada ante Danilo Medina sólo
provocaron una reacción genuina y espontánea del patriotismo dominicano.
Los
dirigentes haitianos de los primeros tiempos que proclamaban el
principio de que la isla era “una e indivisible” desaparecieron hace
mucho tiempo y el último de ellos fue el “Emperador Faustino Primero”,
quien respondía al nombre de Soulouque, ciertamente un acérrimo
anti-dominicano.
Su irrefrenable anti-dominicanismo lo llevó a la
segunda etapa de la Guerra Dominico-Haitiana, pero fue derrotado en
Elías Piña, Dajabón y en San Juan de la Maguana por Antonio Duvergé,
quien recibió el sobrenombre de “Guardián de la Frontera” por su tenaz
defensa del territorio nacional, pero no pudo evitar que Soulouque se
engullera para Haití la llamada “Plateau Central”, que incluye a Hinche y
a la ciudad de San Rafael. Eso fue todo.
Liquidado el régimen
absolutista del pretendido monarca haitiano, a partir del 1860, con el
gobierno de Geffrard se abrió el período de reconocimiento de la
Independencia Nacional que hasta hoy permanece. Desde el infame
Soulouque, o Faustino Primero, jamás un gobernante haitiano ha
pretendido anexarse territorio alguno de la República Dominicana. De
Fabre Nicolás Geffrard debe decirse que fue un cooperador eficiente en
la Guerra de la Restauración, e incluso Haití fue atacado a cañonazos
por la Flota española como represalia por su cooperación.
Esa es
la cepa nacionalista de los dominicanos y todo el que pretenda ignorarla
sufrirá las consecuencias de lo que ocurrió el martes último en
presencia del presidente Danilo Medina.
La reacción de Zoila
Medina y de Consuelo Despradel le dejaron ver a las que proclamaron que
“Haití somos Todas” que su esfuerzo se dirigió por una vía imposible de
fructificar en la República Dominicana.
La señora Mirna
Cunningham responsabilizó a las mujeres dominicanas del evento de
solicitar la solidaridad de las delegadas extranjeras que no podían
tener idea del lío en que se estaban metiendo. Porque ignoraban que su
acción no le haría ningún bien a la causa que dicen defender, sino todo
lo contrario, tal como ha ocurrido.
La solicitud de un
conversatorio habría sido más efectivo en lugar de imitar las
demostraciones de activistas europeas que se desnudan en pleno
parlamento español para enseñar sus senos en demanda de que se le
respete su derecho al aborto. No es posible reproducir una protesta
europea de esa índole con el esperpento realizado ante el jefe del
Estado.
Por eso resultó improcedente, impopular y repugnante. Esa falló.
No hay comentarios:
Publicar un comentario