
En agosto también se detectaron media decena de contagios en
Venezuela y Chile. La Organización Panamericana de la Salud teme que la
enfermedad se extienda por el continente y se convierta, a la postre, en
una amenaza global.
La bacteria del cólera se aloja en alimentos y aguas
contaminadas. La población más pobre que vive en condiciones sanitarias
precarias suele ser más propensa a la infección. Una vez que la bacteria
se instala en los intestinos humanos se manifiesta en diarreas, vómitos
y fiebre. La enfermedad se torna aguda en uno de cada veinte casos.
Entre el 9 de septiembre y el 18 de octubre de 2013, las
autoridades sanitarias de México registraron un total de 171 casos de
cólera dispersos en el Distrito Federal y en los Estados de México,
Hidalgo, Veracruz y San Luis Potosí. Uno de los pacientes ya falleció y
39 de ellos requirieron hospitalización, según datos del Centro Nacional
de Enlace para el Reglamento Sanitario Internacional de México. Al
menos en el Estado de Hidalgo se determinó que el agua del río fue la
principal fuente de contaminación.
Desde la epidemia que se desató en México en la década de
1991 al 2001 no se habían reportado nuevos brotes de cólera. Esta vez,
sin embargo, la cepa es diferente: su perfil genético “presenta una alta
similitud (95%) con la cepa que está circulando actualmente en tres
países del Caribe (Haití, República Dominicana y Cuba)”, señala la
última actualización epidemiológica publicada el 19 de octubre por la
Organización Panamericana de la Salud.
“Es un momento decisivo para nosotros. (La propagación del
cólera) es en realidad una amenaza regional y ahora una amenaza global
para la salud”, ha dicho Jon Andrus, director adjunto de la Organización
Panamericana de Salud, a (NPR, por sus siglas en inglés). “Hemos hecho
campaña a través de toda la región para que los países se mantengan en
guardia”, ha agregado Andrus.
La epidemia que desde hace tres años azota a las islas del Caribe
y que desde entonces ha provocado la muerte de 8.874 personas comenzó a
desarrollarse en Haití en octubre de 2010. El primer caso fue reportado
el día 16 en la población de Saint Marc, ubicada en la provincia del
Artibonite, a un par de horas en coche desde Puerto Príncipe, la
capital. En pocos días, la bacteria se había diseminado por toda la
ribera del Artibonite, de donde beben todos los pueblos cercanos. Los
haitianos han atribuido la responsabilidad a un grupo de soldados de
Naciones Unidas acantonados en esa región, que habrían contaminado con
sus heces fecales las aguas del río.
Un total de 8.413 personas han muerto en Haití desde que
comenzó la enfermedad hasta el 12 de octubre de 2013, según el último
reporte del Ministerio de Salud y Población de Haití. Todos los
departamentos del país registran cada semana nuevos casos. Desde 2010,
la suma de infectados es de 685.509 y el 55,6% ha requerido
hospitalización.
En República Dominicana, que comparte con Haití la isla de
La Española, la epidemia comenzó un mes más tarde, en noviembre de 2010.
Desde entonces, 31.070 pacientes han sido diagnosticados y 458 han
muerto. El número de defunciones ha aumentado considerablemente en 2013
con respecto a los dos años anteriores: a finales de 2012, la tasa de
mortalidad era de 0,8%, mientras que en octubre de este año se ha
disparado al 2,1%; una cifra que casi duplica el promedio de
fallecimientos registrados hasta ahora en Haití, que sigue siendo de
1,2%.
La bacteria también se ha propagado por Cuba, pero las autoridades
locales no han informado oficialmente sobre la ocurrencia de nuevos
casos desde agosto pasado. Hasta ese momento, 678 personas habían sido
diagnosticadas en las provincias de Camagüey, Granma, Guantánamo, La
Habana y Santiago de Cuba, y tres de ellas habían muerto. De acuerdo a
la información aportada por la OPS, al menos cinco extranjeros –de
Venezuela, Chile e Italia—se contagiaron en Cuba y exportaron luego el
virus a sus países.
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