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SANTO DOMINGO.-La Conferencia del Episcopado
Dominicano exhortó este miércoles a los representantes de los poderes
Ejecutivo, Legislativo y Judicial, a cuya responsabilidad le corresponde
guiar los destinos de la Nación, a que actúen con la suficiente
voluntad política para defender el patrimonio nacional, especialmente
los recursos naturales y el ecosistema, frente a inversionistas
extranjeros o nacionales que atenten contra éste de manera
indiscriminada y en perjuicio del bien común.
Las declaraciones de los obispos se producen en
momentos en que el país enfrenta una gran confrontación, por los
reclamos de sectores nacionales para que el Gobierno revise el contrato
que firmó con la minera canadiense Barrick Gold, por entender que es
lesivo para el Estado, al igual que el acuerdo a que arribó para
repartir los terrenos de Bahía de las Águilas.
En su carta pastoral con motivo de la
Independencia Nacional el 27 de este mes, dice que deben ser protegidos
los recursos naturales y el ecosistema, frente a inversionistas
extranjeros o nacionales que atenten contra éste de manera
indiscriminada y en perjuicio del bien común.
Los obispos dicen que corresponde a los
representantes del poder Ejecutivo, Legislativo y Judicial actuar con
responsabilidad para guiar los destinos del pueblo dominicano.
“Hoy más que nunca se requiere de hombres y
mujeres probos en las virtudes morales, con capacidad de sacrificio y de
renuncia para sacar adelante la Nación”, señala el documento.
PIDE ERRADICAR ESPIRITU DE VIOLENCIA
La Conferencia del Episcopado Dominicano también
dice en su mensaje que se requiere de la templanza y el heroísmo
duartiano para construir la paz anhelada y erradicar el espíritu de
violencia y de agresividad con que se manejan muchos dominicanos.
Dice que “en este tiempo en el que se ha ido
perdiendo en gran medida el respeto a lo ajeno, se requiere como nunca
para el buen manejo del patrimonio familiar, empresarial, comunitario, y
sobre todo, del patrimonio estatal, de la honradez, pulcritud y
transparencia que tuvo el Padre de la Patria”.
“Siguiendo el espíritu de independencia nacional y
el ideal de la Patria soñada por Duarte, se requiere que los hombres y
mujeres, representantes del Poder Ejecutivo, Legislativo y Judicial, a
cuya responsabilidad le corresponde guiar los destinos de la Nación,
actúen con la suficiente voluntad política para defender el patrimonio
nacional, especialmente los recursos naturales y el ecosistema, frente a
inversionistas extranjeros o nacionales que atenten contra éste de
manera indiscriminada y en perjuicio del bien común”, expresa.
REGULAR EL SISTEMA DE PARTIDOS POLITICOS
Se requiere también de los ideales de Duarte para
actuar con la suficiente voluntad política y establecer un ordenamiento
jurídico justo que regule el sistema de partidos políticos, y la
política partidista deje de ser una empresa lucrativa de “avivatos” y se
convierta en lo que verdaderamente debe ser, un servicio a la Nación en
procura del bien común, apunta el Episcopado.
Agrega que “se requiere de la mística espiritual
de Duarte, para actuar con la suficiente voluntad política y ordenar el
sistema de seguridad ciudadana, limpiar de la corrupción y de la
complicidad con el narcotráfico y la delincuencia, a nuestras fuerzas
armadas y policía nacional; para formar a hombres y mujeres patrióticos
que desempeñen esas funciones y para que el mismo Estado les garantice
una remuneración justa y les asegure una vida digna para ellos y para
sus hijos”.
Los obispos invitan a “todos los hijos e hijas de
esta tierra, a recibir de Duarte su testamento espiritual: mantener bien
en alto nuestro lema nacional “Dios, Patria y Libertad”.
Sugiere que “al celebrar el 27 de febrero, el 169
Aniversario de la Independencia Nacional, dominicanos y dominicanas
renovemos nuestros más nobles ideales, implorando la bendición de la
Santísima Trinidad y la protección de la Virgen, bajo los títulos de las
Mercedes y la Altagracia, Patrona y Protectora del pueblo
dominicano”.
LIMPIAR LAS FFAA Y LA PN DE LA CORRUPCION Y LA COMPLICIDAD CON EL NARCOTRAFICO Y LA DELINCUENCIA
En su mensaje, la Conferencia del Episcopado
Dominicano pide a las autoridades actuar con la suficiente voluntad
política y ordenar el sistema de seguridad ciudadana, limpiar de la
corrupción y de la complicidad con el narcotráfico y la delincuencia, a
nuestras Fuerzas Armadas y Policía Nacional; para formar a hombres y
mujeres patrióticos que desempeñen esas funciones y para que el mismo
Estado les garantice una remuneración justa y les asegure una vida digna
para ellos y para sus hijos.
MENSAJE INTEGRO DE LA CONFENCIA DEL EPISCOPADO DOMINICANO EN OCASIÓN DEL 27 DE FEBRERO, DIA DE LA INDEPENDENCIA NACIONAL
EN EL BICENTENARIO DE JUAN PABLO DUARTE, RENOVEMOS NUESTROS IDEALES
I. Introducción
1.El 26 de enero del 2013 celebramos en la
República Dominicana el Bicentenario del nacimiento del Patricio Juan
Pablo Duarte. Como pastores del Pueblo de Dios que peregrina en esta
tierra, inclinamos nuestras frentes ante la memoria del Padre de la
Patria, mientras damos gracias a Dios Padre, modelo de toda paternidad.
2. Recordamos a nuestros hombres y mujeres
dominicanos y a todos los que comparten con nosotros esta tierra y este
cielo, cobijado por el pabellón tricolor, nuestra bandera dominicana, el
mensaje de la Sagrada Escritura: “Honra a tu padre y a tu madre para
que te vaya bien y vivas mucho tiempo en la tierra” . Esto no se refiere
solamente a los padres biológicos, sino a todos los que tienen sobre
nosotros un ascendiente moral, por la edad, experiencia, saber o la
misión que desempeñan en la sociedad, como en el caso de Juan Pablo
Duarte.
3. Él no sólo fue el promotor de nuestra
Independencia, sino que con sus ideales y ejemplos se constituye en
prototipo de conducta para la vida privada y pública de todos los
dominicanos.
4. La celebración de este Bicentenario
Duartiano es una ocasión que la Providencia de Dios y la historia nos
ofrecen para dirigir nuestros pensamientos hacia la figura egregia del
Padre de la Patria, y recordar su sacrificio y el perfil de sus
virtudes.
5. En la referida cita, la Sagrada Escritura
dice: “Honra a tu padre y a tu madre, para que se prolonguen tus días
sobre la tierra que el Señor, tu Dios, te va a dar”. “Hijos, obedeced a
vuestros padres en el Señor: porque esto es justo. ‘Honra a tu padre y a
tu madre’, tal es el primer mandamiento que lleva consigo una promesa,
para que seas feliz y se prolongue tu vida sobre la tierra”.
6. El Catecismo de la Iglesia Católica señala
que: “la observancia de este mandamiento procura con los frutos
espirituales, frutos temporales de paz y prosperidad. Y al contrario, la
no observancia de este mandamiento entraña grandes daños para las
comunidades y las personas humanas” . “Este mandamiento implica y
sobreentiende los deberes de los padres, tutores, maestros, jefes,
magistrados, gobernantes, de todos los que ejercen una autoridad sobre
otros o sobre una comunidad de personas” .
7. “Toda institución se inspira, -continúa el
Catecismo- al menos implícitamente, en una visión del hombre y de su
destino, de la que saca sus referencias de juicio, su jerarquía de
valores, su línea de conducta. La mayoría de las sociedades han
configurado sus instituciones conforme a una cierta preeminencia del
hombre sobre las cosas. Sólo la religión divinamente revelada ha
reconocido claramente en Dios, Creador y Redentor, el origen y el
destino del hombre. La Iglesia invita a las autoridades civiles a juzgar
y decidir a la luz de la verdad sobre Dios y sobre el Hombre” .
II. Duarte: fe y auto-superación
8. Juan Pablo Duarte y Díez nació en el barrio
de Santa Bárbara, en la ciudad de Santo Domingo, el 26 de enero de 1813.
En una familia de arraigada fe católica, compuesta por Juan José
Duarte, natural de Vejer de la Frontera (Cádiz), y Manuela Díez, oriunda
de El Seybo. Fue bautizado por el Padre José Ruiz, en la iglesia de
Santa Bárbara, el 4 de febrero de 1813. A los 6 años “recitaba de
memoria el catecismo” .
9. Aprendió sus primeras letras con la maestra
Montilla en la escuela de Manuel Aybar. Se inició en teneduría de libros
(contabilidad) para ayudar a su padre en los menesteres comerciales de
la Atarazana y fue instruido en los estudios superiores, a falta de
universidad, por el Doctor Juan Vicente Moscoso, que había sido
catedrático en la Universidad de Santo Domingo; también por el
franciscano Fray José Antonio Bonilla y por el Padre Antonio Gutiérrez.
10. Ante la imposibilidad de asistir a escuelas
superiores en Santo Domingo “los pocos conocimientos que adquirió fueron
debidos a su amor al estudio” y férrea voluntad y deseo de superación,
logrando fijarse un objetivo: dar un nombre a su pueblo y que sea digno
de llevarlo.
III. Duarte: el orgullo de ser dominicano
11. En su juventud viajó a New York, Londres,
París y Barcelona, conociendo los sistemas políticos de esas naciones y
quedando impresionado, sobre todo, por los Fueros Catalanes, -un sistema
de derecho local, utilizado en la Península Ibérica a partir de la Edad
Media y que se constituyó en la fuente más importante del derecho
altomedieval español- para la futura Independencia y organización de su
Patria. Aprendió lo bueno del extranjero, aprovechó las oportunidades y
contactos con otras culturas para fortalecer la identidad personal,
familiar, cultural y social de la Nación dominicana.
12. Hay situaciones que parecen casualidades sin
importancia; pero que pueden transformarse en estímulos permanentes, que
desencadenan propósitos firmes, capaces de cambiar el futuro. Eso
sucedió con el joven Juan Pablo Duarte, en la primera etapa de su viaje
por mar hacia Nueva York. El capitán de la nave, sin intentar ofender,
le preguntó: “¿No te da pena, muchacho, decir que eres haitiano, como
está escrito en tu pasaporte?” “Yo soy dominicano” , respondió Duarte
con firmeza.
13. En las postrimerías de su vida recordaba
Duarte ese acontecimiento y sus consecuencias. Su hermana Rosa Duarte,
consignó en sus Apuntes: “Juan Pablo nos dijo varias veces que el
pensamiento de libertar su Patria se lo hizo concebir el capitán del
buque español en donde iba para el Norte de América en compañía de Pablo
Pujols”. Y el mismo Duarte escribió una nota a su hermana para decirle:
“Juré en mi corazón no pensar ni ocuparme sino en procurar los medios
para probarle al mundo entero que teníamos un nombre propio, dominicano,
y que éramos dignos de llevarlo” .
IV. Duarte: “Dios, Patria y Libertad”
14. Regresó a nuestra tierra, convencido de que
debía luchar por la independencia del pueblo dominicano, en ese tiempo
sojuzgado por Haití, y fundó la Sociedad Secreta la Trinitaria, con el
lema “Dios, Patria y Libertad”. También la Filantrópica, para propagar
los principios de la Independencia Dominicana, con representaciones de
piezas teatrales .
15. Los trinitarios se comprometieron a luchar por
la Independencia Dominicana con un solemne juramento: “En el nombre de
la Santísima, Augustísima e Indivisible Trinidad de Dios Omnipotente:
juro y prometo, por mi honor y mi conciencia, en manos de nuestro
presidente Juan Pablo Duarte, cooperar con mi persona, vida y bienes a
la separación definitiva del Gobierno Haitiano y a implantar una
república libre, soberana e independiente de toda dominación extranjera,
que se denominará República Dominicana; la cual tendrá su pabellón
tricolor en cuartos encarnados y azules atravesado por una cruz blanca.
Mientras tanto seremos reconocidos los Trinitarios con las palabras
sacramentales de Dios, Patria y Libertad. Así lo prometo ante Dios y el
mundo... Si tal hago, Dios me proteja, y de no, me lo tome en cuenta; y
mis consocios me castiguen el perjurio y la traición si los vendo” .
16. “Cuando signó el último, -dice Serra en sus
Apuntes-, con el pliego abierto a la izquierda y señalando las cruces
con la diestra, dijo Duarte: «No es la cruz el signo del padecimiento;
es el símbolo de la redención, queda bajo su égida constituida la
Trinitaria, y cada uno de sus nueve socios obligado a reconstituirla,
mientras exista uno, hasta cumplir el voto que hacemos de redimir la
Patria del poder de los haitianos»” .
17. “Después de instalada la sociedad
revolucionaria la denominaron Sociedad de los Trinitarios, aludiendo al
lema Dios, Patria y Libertad, y nombraron a Duarte (Juan Pablo) General
en Jefe de los ejércitos de la República y director general de la
revolución; coroneles a Francisco del Rosario Sánchez, a Juan Isidro
Pérez de la Paz, a Pedro Alejandrino Pina, a Ramón Mella y a Vicente
Celestino Duarte” .
V. Duarte: honor y libertad
18. Por su labor a favor de la Independencia
Dominicana, fue perseguido por el gobierno haitiano y obligado a emigrar
a Venezuela para salvar su vida en 1843, buscando apoyo en ese país
hermano. Sin embargo, Duarte no era enemigo de los haitianos y escribió:
“Admiro al pueblo haitiano; lo admiro porque conozco su historia. Ese
pueblo ha luchado desesperadamente contra poderes excesivamente
superiores y los ha vencido para salir de la triste condición de esclavo
y constituirse en nación independiente. Le reconozco dos grandes
virtudes: el amor a la libertad y el valor… Pero los dominicanos
también… Nosotros tenemos que reivindicar nuestro honor, nuestro nombre y
nuestra libertad” .
19. Los dominicanos y haitianos somos dos pueblos
hermanos, nacidos en la misma tierra. Duarte buscaba que ambos pueblos
fueran respetados y ayudados a reencontrarse en su historia, fortalecer
su liderazgo y respetar a su gente. Sólo lograremos una pacífica
convivencia y una cooperación fraterna si ellos y nosotros mantenemos
nuestra propia identidad y desarrollamos nuestros propios recursos.
VI. Duarte: austeridad y sacrificio
20. Para Juan Pablo Duarte marchar al exilio hacia
Venezuela, en agosto de 1843, su padre, Juan José Duarte, tuvo que
vender una casa que poseía en la cuesta de San Diego, por $200 pesos
oro.
21. Desde Caracas, Juan Pablo Duarte escribe a su
familia: “El único medio que encuentro para reunirme con ustedes, es
independizar la Patria; para conseguirlo se necesitan recursos, recursos
supremos, y cuyos recursos son, que ustedes de mancomún conmigo y
nuestro hermano Vicente ofrendemos en aras de la Patria lo que a costa
del amor y trabajo de nuestro padre hemos heredado. Independizada la
Patria puedo hacerme cargo del almacén, y a más, heredero del ilimitado
crédito de nuestro padre, y de sus conocimientos en el ramo de marina,
nuestros negocios mejorarán y no tendremos por qué arrepentirnos de
habernos mostrado dignos hijos de la Patria”. Y sus hermanas Rosa y
Filomena respondieron: “Nosotras estamos dispuestas a sacrificar lo que
nos queda por el ideal patrio de Juan Pablo, y a compartir con él la
suerte que el cielo le depare” .
22. Mientras tanto, aquí, otros grupos dominicanos
se unieron a los Trinitarios y proclamaron la Independencia Nacional el
27 de Febrero de 1844.
23. El 28 de febrero de 1844 en Caracas, recibió
Duarte la respuesta de su familia: “una carta de su madre y hermanas
diciéndole que podía disponer de todo y que iban a fletar un buque para
mandarlo a buscar” .
24. Como Duarte, todo el que quiera salir
triunfante en un proceso de liberación, ha de llevar consigo, como a un
amigo, al sacrificio y la austeridad. Son los medios más eficaces en
momentos de crisis morales, económicas y sociales para subsanar los
errores pasados.
VII. Duarte: honradez, honestidad y transparencia
25. Duarte regresó de Venezuela el 14 de marzo de
1844, día de júbilo para la ciudad de Santo Domingo. El Gobernador
Eclesiástico de la Arquidiócesis de Santo Domingo, el P. Tomás Portes e
Infante, le saludó: “Salve Padre de la Patria”. Y fue nombrado miembro
de la Junta Central Gubernativa y Comandante del Departamento de Santo
Domingo, con encargo de coordinar con Pedro Santana la estrategia a
seguir en la Guerra de Independencia.
26. Al no lograrse el acuerdo, después de la
Batalla del 19 de Marzo, en Azua, la Junta ordenó a Duarte regresar a la
Capital y el Patricio entregó un pormenorizado informe sobre los gastos
incurridos por la tropa, devolviendo el resto del dinero al
Departamento de Hacienda. Ese dinero se lo habían entregado sin recibo y
nadie le había dicho que tenía que rendir cuentas, pero él sabía que el
dinero pertenecía al Estado y debía devolverlo a la Tesorería.
27. El 4 de febrero había dado prueba de su pureza
como patriota y ahora la daba de su pulcritud como administrador. El 12
de abril de 1844, Duarte devolvió al Tesorero Nacional, Miguel
Lavastida, $827 pesos de los $1,000 recibidos e hizo entrega de un
informe pormenorizado de $173 pesos gastados en la tropa. Durante la
campaña militar anotó cuidadosamente los gastos desde su salida, como
eficiente Contador. He aquí el paradigma de honradez, honestidad y
transparencia, para todo dominicano que participe en la política
pública. Esta rendición de cuentas constituye un permanente ejemplo y
estímulo para los gobernantes y ministros que manejan fondos públicos o
administran dinero ajeno, teniendo a su disposición, hoy, tantos medios
sofisticados para una rápida y exacta rendición de cuentas, que acredite
su honorabilidad .
VIII. Duarte: democracia, defensa de la ley y el bien común
28. En Junio de 1844 Juan Pablo Duarte volvió a
trabajar el proyecto de Constitución de la República, manteniendo los
principios proclamados el 16 de Julio de 1838, rechazando el
protectorado o cesión de la península de Samaná o cualquiera otra parte
del territorio nacional.
29. En el proyecto de Constitución que elaboró,
deja Duarte siempre claro la superioridad de la ley sobre toda
dominación de persona o nación extranjera: “Siendo la Independencia
Nacional la fuente y garantía de las libertades patrias, la ley suprema
del pueblo dominicano es y será siempre su existencia política como
Nación libre e independiente de toda dominación, protectorado,
intervención o influencia extranjera, cual la concibieron los Fundadores
de nuestra asociación política al decir (el 16 de Julio de 1838) DIOS,
PATRIA y LIBERTAD, REPÚBLICA DOMINICANA y fue proclamada el 27 de
Febrero de 1844… declarando además que todo gobernante o gobernado que
la contraríe, de cualquier modo que sea, se coloca ipso facto y por sí
mismo fuera de la ley” .
30. Establece como fin último del Estado el
principio del Bien Común: “Puesto que el gobierno se establece para bien
general de la asociación y de los asociados, el de la Nación Dominicana
es y deberá ser siempre ante todo, propio y jamás de imposición
extraña…” . Pero, más que nada define el carácter del gobierno: debe de
ser propio, no impuesto; popular, procedente de la voluntad del pueblo;
electivo, fruto de un proceso electoral; representativo, de las
voluntades e intereses de sus electores; republicano, elegido y
alternativo; y sobre todo, responsable de sus actos. Y para la mejor y
más pronta expedición de los negocios públicos se distribuye en poder
municipal, legislativo, judicial y ejecutivo.
IX. Duarte: gratitud y sentido de justicia
31. Duarte tuvo un sentido de la justicia que guió
todos sus pasos. En las relaciones personales fue siempre fiel y en las
políticas coherente con sus ideas libertarias.
32. Por encomienda de la Junta Central
Gubernativa, Duarte marcha al Cibao en labor conciliadora. Se detiene en
Cotuí, La Vega, Santiago y Puerto Plata, y en esos pueblos, empezando
por La Vega, es proclamado candidato a la Presidencia de la República.
33. Ante el pronunciamiento de Puerto Plata,
Duarte responde desde Santiago, el 20 de Julio de 1844: “Sensible a la
honra que acabáis de hacerme, dispensándome vuestros sufragios para la
primera magistratura del Estado, nada me será más lisonjero que saber
corresponder a ella llenando el hueco de vuestras esperanzas, no por la
gloria que de ello me resultaría, sino por la satisfacción de veros,
cual lo deseo, libres, felices, independientes y tranquilos, y en
perfecta unión y armonía llenar vuestros destinos, cumpliendo
religiosamente los deberes que habéis contraído para con Dios, para con
la Patria, para con la Libertad y para con vosotros mismos. Me habéis
dado una prueba inequívoca de vuestro amor, y mi corazón agradecido debe
dárosla de gratitud. Ella es ardiente como los votos que formo por
vuestra felicidad. Sed felices, hijos de Puerto Plata, y mi corazón
estará satisfecho aún exonerado del mando que queréis que obtenga; pero
sed justos lo primero, si queréis ser felices. Ése es el primer deber
del hombre; y sed unidos, y así apagaréis la tea de la discordia y
venceréis a vuestros enemigos, y la Patria será libre y salva. Yo
obtendré la mayor recompensa, la única a que aspiro: el veros libres,
felices, independientes y tranquilos” .
34. En una carta dirigida por Duarte a su amigo
Félix María Del Monte, señala: “Escrito está: «Bienaventurados los que
tienen hambre y sed de justicia porque ellos serán hartos»; y el buen
dominicano tiene hambre y sed de la justicia ha largo tiempo, y si el
mundo se la negare, Dios, que es la suma bondad, sabrá hacerla cumplida y
no muy dilatado…” . También se refiere al desacuerdo de los enemigos de
la Patria, respecto “del amo que quieren imponerle al pueblo”. Y
termina la carta a su amigo Del Monte con un rasgo cariñoso: “Mil
cariños a los niñitos y mándame decir cuántos tienes y cómo se llaman y
su edad…” .
X. Duarte: perseverancia en la fe y moral católica
35. Respecto a las creencias religiosas, en su
proyecto de constitución Duarte redactó: “La religión predominante
deberá ser siempre la Católica, Apostólica, sin perjuicio de la libertad
de conciencia y tolerancia de cultos y de sociedades no contrarias a la
moral y caridad evangélicas” .
36. Estando exiliado en Venezuela, en 1857, un
misionero de origen italiano (el Padre Juan Bautista Sangénis) se
encuentra con Duarte y lo convence de trasladarse a San Fernando de
Apure , más cerca de la civilización. Reanimado Juan Pablo por la
amistad con el sacerdote, quien al conocer su historia de sufrimiento,
su robusta fe cristiana, su amplia formación académica, disciplina
religiosa y el conocimiento de la lengua latina, le dio una definida
orientación a abrazar la carrera eclesiástica; sin duda que Juan Pablo
recordaría a los sacerdotes que trató en su niñez y adolescencia en la
Iglesia de Santa Bárbara, al Dr. José Ruiz, abogado, quien al enviudar,
se había ordenado sacerdote, y luego a su hijo Alejo Ruiz, quien también
ingresó al estado clerical, cumpliendo ambos su misión sacerdotal en la
Iglesia de Santa Bárbara .
37. “Por gratitud a él (Padre Sangénis), –dice
Juan Pablo en sus notas– me avecindé en el Apure. Quería que me dedicara
a la Iglesia, pero los asuntos de mi Patria, que esperaba concluir, me
impedían tomar estado” .
38. Duarte permaneció católico aunque en aquellos
tiempos muchas personas identificaban al imperio español y al
catolicismo, y confundían uno y otro; permaneció católico a pesar de que
un miembro cualificado de la misma Iglesia pidiera obediencia a los
mandatos y órdenes del General Pedro Santana y de la Junta Central
Gobernativa, la que un mes más tarde declararía como traidores infieles a
la Patria a los próceres de la Independencia. La fe cristiana mostrada
en el juramento trinitario y la invocación de Dios en la primera palabra
del lema sagrado, el incluir la Biblia y la cruz en el escudo revelan
cómo conservó su fe. En su vida personal, siempre conservó un
comportamiento piadoso, al punto que estando en Venezuela, su párroco le
recomendó que ingresara al sacerdocio.
39. Mons. Juan Félix Pepén Solimán, escribiendo
sobre la importancia de la religión en Juan Pablo Duarte, destaca: “la
profunda fe religiosa de Duarte es algo que se hace evidente en toda su
vida” . En ese sentido, añade: “Duarte fue, quizás sin saberlo, un
místico, por vocación y por práctica. Un hombre que hizo de cuanto don
recibió de Dios, un instrumento de servicio a los hombres. Un varón en
permanente comunicación, por los vínculos sutiles de la fe y el amor,
con el Creador” .
40. Daniel Nicanor Pichardo Cruz, Secretario
General y Administrador del Instituto Duartiano, señala que “el apóstol
de la dominicanidad, Juan Pablo Duarte y Díez, llamado por Joaquín
Balaguer «El Cristo de la Libertad», formado en los principios del
cristianismo, militó toda su vida, por su actuación y por su
comportamiento, en el catolicismo” .
41. El Arzobispo Fernando Arturo de Meriño, que
conoció a Duarte en Venezuela, dice de él: “Educado en la piedad
religiosa, guardó siempre intacto el tesoro de su fe y acudía al Señor
en las congojas de su corazón. En su grande alma mantuvo altar para su
Dios y para su patria, y así sus virtudes cívicas llevaban el suavísimo
perfume de sus virtudes cristianas” .
XI. Duarte: humildad y sufrimiento
42. El 22 de Agosto de 1844 la Junta de Gobierno
daba a conocer el documento firmado por Bobadilla y Caminero con la
disposición que declaraba a Duarte, Sánchez, Mella, Pedro Pina, Gregorio
del Valle, Juan Jiménez, J. J. Illás y Juan Isidro Pérez, “traidores e
infieles a la Patria, y como tales indignos de los empleos y cargos que
ejercían, de los que quedan depuestos y destituidos desde este día;
ordena que todos ellos sean inmediatamente desterrados y extrañados a
perpetuidad del país, sin que puedan volver a poner el pie en él, bajo
pena de muerte…” . Este decreto revela la afrenta y dolor profundo
sufrido con humildad por Duarte y los demás trinitarios; precio amargo,
pagado para que hoy tengamos un nombre y una nacionalidad.
43. Duarte y sus compañeros fueron reducidos a
prisión en Puerto Plata y trasladados a la Capital el 2 de septiembre de
1844 y, desde allí, expulsados a Hamburgo (Alemania), en un viaje de 46
días. Luego, en el mes de noviembre emprende viaje llegando por Saint
Thomas a Venezuela, en el mes marzo de 1845.
44. “Todos pensaban en favorecer sus propios
intereses; ninguno los de la Patria” . Su madre y hermanos también
fueron desterrados a Venezuela y se radicaron en Caracas. Juan Pablo,
internándose por los ríos y las selvas, llega a San Carlos de Río Negro,
Estado Amazonas, frontera entre Colombia, Venezuela y Brasil.
45. Enterado Duarte de que en la Capital se había
llevado a cabo la Anexión a España de su amada República Dominicana,
sale de la selva y regresa a Caracas, el 8 de Agosto de 1862.
XII. Duarte: al servicio de la Patria con alma, vida y corazón
46. En un momento de la historia en que la
permanente dominación haitiana se consolidaba en nuestra tierra, y sobre
todo después del fracaso de la misión española de 1830 que pretendía
reclamar la devolución de la parte oriental de la isla a España, Duarte
mantuvo la firme creencia que el país tenía suficiente consistencia e
identidad cultural, y debía ser libre, soberana e independiente, como
reza en el Juramento Trinitario. Duarte no estaba de acuerdo con los que
en su tiempo luchaban por una mera separación de Haití, sino por la
creación de una Nación libre y soberana.
47. Aunque no faltaron en Caracas solicitudes a
Juan Pablo Duarte para que apoyara la Anexión a España, él las rechazó y
escribió: “Los sufrimientos de mis queridos hermanos me eran harto
sensibles, pero mucho más doloroso me era ver que el fruto de tantos
sacrificios, de tantos sufrimientos, era la pérdida de la independencia
de esa patria tan cara a mi corazón y por cuya tranquilidad gustoso me
inmolara, por lo que en lugar de aceptar el pan de la degradación,
acepté con júbilo la copa de la cicuta que sabía me aguardaba el día que
mis conciudadanos consideraran que mis servicios no les eran
necesarios… A mí me bastaba ver libre, feliz e independiente mi ínsula, y
me dispuse a coadyuvar con todos mis esfuerzos a la redención de la
Patria” .
48. Recibido del Gobierno de Venezuela la suma de
$1,000 pesos para armar la expedición, antes de embarcarse, Duarte
consigna: “A mi vuelta a Caracas vendí una casita en 1100 pesos y me
embarqué para Santo Domingo” . El 5 de marzo de 1864 llega a Islas
Turcas y de allí a Cabo Haitiano (Guarico) el 19, y el 25 a Montecristi.
49. En el primer momento Duarte es acogido con
respeto y regocijo por el Gobierno Revolucionario del Presidente
Salcedo, con sede en Santiago: “Venga, pues, General, la Patria lo
espera, persuadida que a la vez luchamos para rechazar al enemigo, nos
esforzamos por la unión que es lo que constituye la fuerza”, le escribe
Ulises Francisco Espaillat, Ministro de Relaciones Exteriores, encargado
de la Vice-presidencia.
50. El 5 de abril de 1864, al llegar a Santiago
los cinco expedicionarios, entregaron el material bélico traído,
diciendo: “nos presentamos en cuerpo a aquella superioridad ofreciéndole
nuestros servicios como soldados de la Patria” .
51. Pero, el 14 de abril de 1864, el Gobierno
Restaurador del General José Antonio Salcedo, le comunica a Duarte:
“Habiendo aceptado mi Gobierno los servicios que de una manera tan
espontánea se ha servido usted ofrecer, he resuelto utilizarlos
encomendándole a la República de Venezuela una misión cuyo objeto se le
informará oportunamente” .
52. Duarte responde el 21 de abril de 1964: “si he
vuelto a mi Patria después de tantos años de ausencia es a servirla con
alma, vida y corazón, siendo cual siempre fui motivo de unión entre
todos los verdaderos dominicanos, y jamás piedra de escándalo o manzana
de la discordia” . El 22 de abril de 1864, el Vice-presidente Ulises F.
Espaillat, le reitera la misión a las Repúblicas Sudamericanas. Duarte
viajó de Santiago a Cabo Haitiano, se embarcó a Saint Thomas el 28 de
junio de 1864 y, desde allí, por Curazao, regresó a Caracas.
XIII. Duarte: la independencia de la Patria aunque cueste la vida
53. Duarte, al llegar a Caracas, es interrogado
por el Gobierno Venezolano, a solicitud de la Legación de España, por su
apoyo a la Restauración Dominicana.
54. Duarte entrega a los patriotas dominicanos
dinero y material para el Gobierno Provisional Restaurador. “Nuestra
Patria ha de ser libre e independiente de toda potencia extranjera o se
hunde la isla” . “Si me pronuncié dominicano independiente, desde el 16
de julio de 1838, cuando los nombres de Patria, Libertad, Honor Nacional
se hallaban proscriptos como palabras infames, y por ello merecí (en el
año del 43) ser perseguido a muerte por esa facción entonces haitiana y
por Riviére que la protegía, y a quien engañaron; si después del año de
44 me pronuncié contra el protectorado francés decidido por esos
facciosos y cesión a esta potencia de la península de Samaná…; si
después de 20 años de ausencia he vuelto espontáneamente a mi Patria a
protestar con las armas en la mano contra la anexión a España llevada a
cabo a despecho del voto nacional por la superchería de ese bando
traidor y parricida, no es de esperarse que yo deje de protestar (y
conmigo todo buen dominicano) cual protesto y protestaré siempre, no
digo tan sólo contra la anexión de mi patria a los Estados Unidos, sino a
cualquier otra potencia de la tierra, y al mismo tiempo contra
cualquier tratado que tienda a menoscabar en lo más mínimo nuestra
Independencia Nacional y cercenar nuestro territorio o cualquiera de los
derechos del Pueblo Dominicano… llegado el caso no habrá un solo
dominicano, que pueda decir que yo soy neutral sino que tendrá cada uno
que pronunciarse contra o por la Patria, es bien que yo os diga desde
ahora (más que sea repitiéndome) que por desesperada que sea la causa de
mi Patria siempre será la causa del honor y que siempre estaré
dispuesto a honrar su enseña con mi sangre” .
55. En esos años, Duarte estaba atento a las
noticias de Santo Domingo y al retiro de las tropas españolas de la
Isla. En Caracas la mayor parte del tiempo lo pasaba con sus hermanos,
ayudándoles en sus quehaceres comerciales y domésticos.
56. El 18 de marzo de 1865 Juan Pablo Duarte
escribía a Félix María del Monte: “He tenido el placer y la satisfacción
de ver y conocer al Padre Meriño, el cual me ha dado noticias de ti y
de otros amigos. Ya sabrás cómo fui a Santo Domingo. No podía hacer otra
cosa: El grito de agonía del Mártir del Cercado y sus ilustres
compañeros fue a herir mis oídos al fondo del Apure, y estaba en mi
deber protestar con las armas en la mano contra eso que han llamado
Anexión, y vengar a mis compañeros” .
57. Continúa diciéndole Duarte: “Félix, no hay
reposo ya para nosotros sino en la tumba; y pues que el amor a la patria
nos hizo contraer compromisos sagrados para con la generación venidera,
necesario es cumplirlos o renunciar a la idea de aparecer ante el
tribunal de la Historia con el honor de hombres, libres, fieles y
perseverantes… Tú escribe y trabaja bastante, y trabajemos, quise decir,
por y para la Patria, que es trabajar para nuestros hijos y para
nosotros mismos. Sí, caro amigo, trabajemos sin descansar; no hay que
perder la fe en Dios, en la justicia de nuestra causa, y en nuestros
propios bríos, pues nos condenaríamos, por cobardes, a vivir sin Patria,
que es lo mismo que vivir sin honor! Aprovechemos el tiempo…” .
58. Y sigue: “Nuestro muy amado amigo el R. P.
Meriño aún permanece aquí. Todo es providencial: el R. P. Pedro
Carrasco, q.e.p.d., cura de la heroica villa de San José de los Llanos,
presidió con nosotros a la fundación de la República; y la Divina
Providencia nos envía al R. P. Arturo (Fernando Arturo de Meriño)
–estrella de primera magnitud– para presidir a la Restauración. No
tengas fe, si te parece; yo tengo la del Centurión” .
59. Le escribía Félix M. del Monte a Duarte, el 11
de abril de 1865: “Tu carta me consuela… Me revelas en ella la
magnánima generosidad del verdadero patriota, la abnegación del héroe,
la fe del mártir… Con pechos en que existe, como en un foco inmenso, el
fuego sagrado del amor patrio, puro, desinteresado y sublime, quedan
para un porvenir glorioso e infalible, la persuasión irresistible del
ejemplo y la eternidad de la idea” .
60. Y Duarte responde a Félix M. del Monte:
“Tienes razón y mucha en aconsejarme, cual lo haces, diciéndome:
consérvate bueno, conserva tu cabeza y tu corazón; tienes razón, repito,
porque nunca me fue tan necesario como hoy el tener salud, corazón y
juicio; hoy que hombres sin juicio y sin corazón conspiran contra la
salud de la Patria. Contristan el corazón del bueno y pretenden
trastornar el juicio del Pueblo, con sus planes proditorios y
liberticidas, para que éste despedace a sus fieles servidores y bañarse
ellos ¡infames¡ en la sangre de las víctimas, gozándose en el infortunio
de la Patria. Procuraré conservarme bueno, conservaré mi corazón y mi
cabeza, sí, mi buen amigo, así lo aconsejan mis amigos, así lo exige el
honor, así lo quiero yo, porque pienso que Dios ha de concederme
bastante fortaleza para no descender a la tumba sin dejar a mi Patria
libre, independiente y triunfante” .
XIV. Duarte: testamento espiritual
61. Y desde Caracas escribe Juan Pablo Duarte a
José Gabriel García lo que podíamos llamar su testamento espiritual:
“Seguid, jóvenes amigos, dulce esperanza de la patria mía, seguid con
tesón y ardor en la honrosa carrera que habéis emprendido y alcanzad la
gloria de dar cima a la grandiosa obra de nuestra regeneración política,
de nuestra independencia nacional, única garantía de las libertades
patrias. Seguid, repito, y vuestra gloria no será menor por cierto que
la de aquellos que desde el 16 de julio de 1838 vienen trabajando en tan
santa empresa bajo el lema venerado de Dios, Patria y Libertad, que son
los principios fundamentales de la República Dominicana” .
62. Juan Pablo Duarte no se consideraba en la
posición de un luchador retirado, vencido por la enfermedad, sino en la
de quien todavía está dispuesto a continuar luchando por su Patria.
63. A los 60 años la vida de Juan Pablo Duarte
discurría entre los afanes comerciales e industriales en asociación con
la firma Vegas, Fernández y Compañía. Nunca se olvidó de su Patria y
decía: “El día en que la olvide será el último de mi vida” .
64. Le torturaba la conducta de los políticos
dominicanos y su anhelo de días mejores. Manifestó también la gran
estima que tenía a su formación militar y su grado de General de
División, así como su latente inconformidad por no haber llegado a
combatir y dar su sangre en el campo de batalla. Política y milicia: dos
dimensiones de la vida de un pueblo que Duarte ennobleció. Con P.
Troncoso Sánchez decimos: “no cabe que sean los ambiciosos los que
obtengan el poder político ni los truculentos quienes detenten la fuerza
militar, sino que sean siempre aquellos cuya robustez moral garantice a
la sociedad que no utilizarán los medios de dominación de que disponen,
para fines reñidos con el bien común” .
XV. Duarte: recibe los auxilios espirituales y muere. Su entierro fue en la fiesta de la Virgen del Carmen.
65. En 1873 los Duarte-Díez vivían en Caracas, en
una casita baja de mampostería, de unos 4 metros de fachada, con sólo
una puerta y una ventana que daban a la calle situada en la esquina de
Zamuro y el Pájaro, en la Parroquia de Santa Rosalía.
66. El 19 de febrero de 1875, el Presidente
dominicano Ignacio María González le escribió a Duarte, invitándolo a
regresar a su Patria, y ordenando al Cónsul dominicano en Curazao poner a
su disposición los recursos necesarios para que se trasladara a la
República Dominicana, él y su familia. Pero ya era tarde, a los 63 años
Duarte falleció en Caracas el 15 de julio de 1876, recibiendo los
auxilios espirituales del Pbro. Francisco Tejera y el entierro se
efectuó el 16 de julio de 1876, fiesta religiosa de la Virgen del
Carmen, en la Parroquia Santa Rosalía .
XVI. Sigamos las huellas de Duarte, hombre de fe y político auténtico.
67. Al celebrar el Bicentenario del nacimiento del
Padre de la Patria, como pastores de la Iglesia les invitamos a fijarse
en Duarte como modelo de ciudadano y de cristiano.
a) Seamos verdaderos políticos como Duarte.
68. Para muchos la política es clientelismo, una
forma de enriquecimiento o de levantarse un trono en la historia. Para
Duarte la política es la ciencia más pura y más digna, la practicó con
humildad y la vivió como un servicio al bien común.
69. En cuanto ciudadanos todos somos políticos ,
porque formamos parte de la ciudad. Somos compromisarios en el servicio.
Como Juan Pablo Duarte debemos soñar más en el bien común; cultivar más
la vocación de servicio en la sociedad y pensar menos en el lucro
personal o de unos pocos.
70. Felicitamos a los hombres y mujeres que
incursionan en la política, renunciando a beneficios personales y que se
sacrifican por el bien de todos, y nos lamentamos de los tantos que sin
ideales nobles, se aprovechan de la cosa pública y de la malversación
de los fondos del Estado.
71. Felicitamos también a tantas instituciones en
el país que cultivan el espíritu de servicio en nuestro pueblo a través
de clubes, asociaciones, fundaciones y voluntariados. En este orden, nos
regocijamos con los esfuerzos propuestos a favor de la educación.
Saludamos la Campaña de Alfabetización iniciada por el gobierno
nacional, que será uno de los mejores homenajes en el Bicentenario del
Padre de la Patria. Abramos cada vez más las puertas de la educación
formal a dominicanas y a dominicanos privados por la pobreza.
b) Sigamos el Paradigma de valentía juvenil.
72. La Independencia nacional fue obra de amigos.
La noche del 16 de julio eran nueve jóvenes los que encabezaban aquél
movimiento independentista, entre ellos Duarte. “Todos amigos, amigos
todos”. Juan Pablo Duarte tenía 25 años, sólo Benito le sobrepasaba con
dos años. Pero eso no significa inexperiencia, sino todo lo contrario,
significó voluntad de hierro, siempre para obrar bien, a favor de la
patria y del pueblo. Y, en sentido general, no claudicaron, sino que se
mantuvieron “firmes en los principios independentistas y democráticos” .
No olvidemos que su Juramento Trinitario fue firmado con la sangre de
cada compromisario.
73. La patria debe cuidar de la esmerada educación
de la niñez pero debe confiar y acoger la energía juvenil en la
búsqueda de solución a nuestros problemas. Nos preocupa en especial la
realidad de la que están siendo víctima tantos jóvenes atrapados por la
violencia, el narcotráfico y la falta de una política estatal bien
definida en el manejo del orden público y la seguridad ciudadana.
Aunemos todos los esfuerzos que sean necesarios para rescatar, proyectar
y formar a nuestros jóvenes en los valores que vivió el Padre de la
Patria. Brindémosles las oportunidades que les permitan salir de la
marginalidad y la pobreza.
c) Caminemos por las huellas del Fundador de la Patria
74. Esforcémonos todos en pisar las huellas de
nuestro Fundador, viviendo según los valores cívicos vividos y
defendidos por él, como son: el orgullo de ser dominicano; la lucha por
mantener la independencia de la República aunque cueste la vida, el
servicio a la Patria con alma, vida y corazón, la actitud democrática,
la defensa y el cumplimiento de la ley, y, el constante esfuerzo por la
conquista del bien común.
75. Vivamos según los valores trascendentes del
Espíritu que motivaron a Duarte para darnos el legado de República
Dominicana, tales como la fe en la Santísima Trinidad, modelo de
comunión; el espíritu de superación; la libertad y el honor; la
austeridad y el sacrificio; la honradez, la honestidad y la
transparencia en el manejo de los asuntos públicos; la gratitud y el
sentido de justicia; la humildad y capacidad de sufrimiento; y sobre
todo, la perseverancia en los principios éticos y morales.
76. Hoy más que nunca se requiere de hombres y
mujeres probos en las virtudes morales, con capacidad de sacrificio y de
renuncia para sacar adelante la Nación; para contrarrestar la vida
fácil, fruto del dinero mal habido; para contrarrestar el narcotráfico,
el hedonismo y los vicios en los que se encuentra inmersa nuestra
sociedad.
77. Hoy más que nunca se requiere de la templanza y
el heroísmo duartiano para construir la paz anhelada y erradicar el
espíritu de violencia y de agresividad con que se manejan muchos
dominicanos.
78. En este tiempo en el que se ha ido perdiendo
en gran medida el respeto a lo ajeno, se requiere como nunca para el
buen manejo del patrimonio familiar, empresarial, comunitario, y sobre
todo, del patrimonio estatal, de la honradez, pulcritud y transparencia
que tuvo el Padre de la Patria.
79. Siguiendo el espíritu de independencia
nacional y el ideal de la Patria soñada por Duarte, se requiere que los
hombres y mujeres, representantes del poder ejecutivo, legislativo y
judicial, a cuya responsabilidad le corresponde guiar los destinos de la
Nación, actúen con la suficiente voluntad política para defender el
patrimonio nacional, especialmente los recursos naturales y el
ecosistema, frente a inversionistas extranjeros o nacionales que atenten
contra éste de manera indiscriminada y en perjuicio del bien común.
80. Se requiere también de los ideales de Duarte
para actuar con la suficiente voluntad política y establecer un
ordenamiento jurídico justo que regule el sistema de partidos políticos,
y la política partidista deje de ser una empresa lucrativa de avivatos y
se convierta en lo que verdaderamente debe ser, un servicio a la Nación
en procura del bien común.
81. Se requiere de la mística espiritual de
Duarte, para actuar con la suficiente voluntad política y ordenar el
sistema de seguridad ciudadana, limpiar de la corrupción y de la
complicidad con el narcotráfico y la delincuencia, a nuestras fuerzas
armadas y policía nacional; para formar a hombres y mujeres patrióticos
que desempeñen esas funciones y para que el mismo Estado les garantice
una remuneración justa y les asegure una vida digna para ellos y para
sus hijos.
82. Concluimos invitando a todos los hijos e hijas
de esta tierra, a recibir de Duarte su testamento espiritual: mantener
bien en alto nuestro lema nacional “Dios, Patria y Libertad”.
83. Que al celebrar el 27 de febrero, el 169
Aniversario de la Independencia Nacional, dominicanos y dominicanas
renovemos nuestros más nobles ideales, implorando la bendición de la
Santísima Trinidad y la protección de la Virgen, bajo los títulos de las
Mercedes y la Altagracia, Patrona y Protectora del pueblo dominicano.
Santo Domingo, 27 de febrero del 2013, año 169 de la Independencia de la República Dominicana.
Les bendicen,
Nicolás de Jesús Cardenal López Rodríguez,
Arzobispo Metropolitano de Santo Domingo,
Primado de América,
Presidente de la Conferencia del Episcopado Dominicano
Ramón Benito De La Rosa y Carpio,
Arzobispo Metropolitano de Santiago de los Caballeros
Juan Antonio Flores Santana,
Arzobispo Emérito de Santiago de los Caballeros
Fabio Mamerto Rivas, S.D.B.,
Obispo Emérito de Barahona
Jesús María De Jesús Moya,
Obispo Emérito de San Francisco de Macorís
Francisco José Arnáiz Zarandona, S.J.,
Obispo Auxiliar Emérito de Santo Domingo
José Dolores Grullón Estrella,
Obispo de San Juan de la Maguana
Antonio Camilo González,
Obispo de La Vega
Amancio Escapa Aparicio, O.C.D.,
Obispo Auxiliar de Santo Domingo
Pablo Cedano Cedano,
Obispo Auxiliar de Santo Domingo
Gregorio Nicanor Peña Rodríguez,
Obispo de la Altagracia, Higüey
Vicepresidente de la Conferencia del Episcopado Dominicano
Francisco Ozoria Acosta,
Obispo de San Pedro de Macorís
Freddy Antonio de Jesús Bretón Martínez,
Obispo de Baní
Rafael Leonidas Felipe Núñez,
Obispo de Barahona
Diómedes Espinal De León,
Obispo de Mao-Montecristi
Julio César Corniel Amaro,
Obispo de Puerto Plata
Valentín Reynoso Hidalgo, M.S.C.,
Obispo Auxiliar de Santiago de los Caballeros
Víctor Emilio Masalles Pere,
Obispo Auxiliar de Santo Domingo
Fausto Ramón Mejía Vallejo,
Obispo de San Francisco de Macorís
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