NO SE MIDE AÚN QUIÉNES SON LOS CULPABLES DE LA ACTUAL SITUACIÓN
Los dominicanos están tan atosigados por la delincuencia creciente y temeraria que ha provocado muertes y heridas incontables últimamente, que han perdido el aprecio por los derechos humanos. Callada o abiertamente muchos piden liquidar a los delincuentes.
Los dominicanos están tan atosigados por la delincuencia creciente y temeraria que ha provocado muertes y heridas incontables últimamente, que han perdido el aprecio por los derechos humanos. Callada o abiertamente muchos piden liquidar a los delincuentes.
Aunque no
se ha medido quienes tienen la culpa de la situación que afecta la
reputación exterior del país, que antes era un destino tranquilo y
placentero para el turismo, principal fuente de ingreso, difícilmente no
culparían a los políticos que han descuidado la seguridad.
Las
voces que se oyen en las calles son de alarma, como también el lenguaje
violento que comienza a escucharse desde la madrugada por la radio y la
televisión y todavía tarde en la noche tiene espacio en un griterío en
el cual hay reclamos serios pero también agitación.
El problema de
la violencia creciente no es privativo de la República Dominicana; es
en alguna medida importado por el auge que ha tenido el tráfico de la
droga y las debilidades de los estados para hacer frente a las
regulaciones migratorias sobre el ingreso de extranjeros.
En cada
uno de los últimos casos de desmantelamiento de redes de
narcotraficantes, como el que acaba de hacer el DNI y la Procuraduría
General, el cabecilla es un extranjero, en el caso un ciudadano
colombiano que vivía aquí por algún tiempo sin que notaran sus
actividades.
Tras el anuncio del DNI y la PGR se escuchó a algunos
publicistas políticos discutir por qué no estaba en la pesquisa la
DNCD, institución que informó conocía el caso. Se dejaba de lado lo
medular del asunto, una preocupación del presidente Medina y los mandos
militares.
Mejía artillado
El ex presidente Hipólito Mejía
declaró espontáneamente la semana pasada que tenía su ametralladora
cerca y que se inquietaba cuando no la veía aceitada; una declaración
estrambótica, quizás otro gazapo verbal por razones políticas, algo no
tan apropiado en la voz de un estadista.
Contrario a ese
aspaviento de quien está custodiado por un regimiento encabezado por un
mayor general, el presidente Medina se desplaza semanalmente por los
pueblos del interior del país con escasa escolta. En contraposición, a
Medina al fin lo llamarán el guapo de San Juan.
Los que llevan las
cuentas de los infortunios en el régimen de Mejía recordaron que
durante el mismo se dispensó del visado a los ciudadanos de algunos
países sudamericanos productores de narcóticos, con el alegato de que
era la mejor manera de atraer el turismo.
Se recuerda también que
el Consulado General de la RD en Nueva York fue autorizado a tramitar de
manera expedita los permisos de porte y tenencia de armas de forma que
los interesados no tuvieran que viajar al país, con lo cual se
incrementó el armamentismo.
Los que acusan al régimen de Mejía
mencionan siempre que acunó al capo Quirino Ernesto Paulino, quien fue
ingresado de manera privilegiada en el Ejército Nacional y ascendido
pese a la advertencia que en su momento hizo el secretario militar, José
Miguel Soto Jiménez.
La secretaría de Interior y Policía,
contrario a su misión fue convertida en una agencia recaudadora del
Estado, que luego fracasó en la implementación del programa Barrio
Seguro y que no vigila junto con Migración el ingreso, estancia y
tránsito de los extranjeros excepto haitianos.
Desarmar el país
Desarmar el país fue una tarea que pudieron haber acometido los políticos desde hace mucho tiempo cuando llegaron noticias de que el narcotráfico de Sudamérica estaba presente en Haití. Los desacuerdos y la incomprensión de los políticos no permitieron la decisión.
Desarmar el país fue una tarea que pudieron haber acometido los políticos desde hace mucho tiempo cuando llegaron noticias de que el narcotráfico de Sudamérica estaba presente en Haití. Los desacuerdos y la incomprensión de los políticos no permitieron la decisión.
Ahora cada tíguere de
las calles tiene su arma de fuego o aspira a la misma. Por ello asaltan
todos los días a los ciudadanos que tienen razones para poseerla y a
los miembros de las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional. Con esas
armas atracan y matan sin piedad ninguna.
Como el público está
hastiado de los crímenes que se cometen a diario y que este año han
aumentado al decir del jefe de la Policía, mayor general Polanco Gómez,
piden armarse y reclaman que le den para abajo a los delincuentes, como
solicitaron hace días algunos diputados.
Los Estados Unidos acaba
de ser objeto de un acontecimiento que provocó una conmoción mundial al
ser asesinadas 26 personas, 20 niños y 6 maestros en la escuela primaria
de Newtown, Connecticut, por parte de un joven en cuya casa adoraban
las armas de fuego.
Ahora, después de la tragedia, en ese país
algunos congresistas están pidiendo el control de las armas de fuego, en
contradicción con la defensa que hace la Asociación Americana de Rifles
que patrocina uno de los negocios más lucrativos del país tolerado por
los políticos.
En la pasada campaña electoral de RD se habló del
tema de la seguridad, pero ningún candidato ofreció legislar para
controlar el porte y la tenencia de las armas de fuego excepto para
aquellos ciudadanos que tuvieran alguna riqueza, que no es el caso de
los delincuentes de la calle.
Hay quienes creen que se hace tarde
porque el narcotráfico y delitos conexos han tomado tal fuerza que se
amparan en las autoridades, como acaba de ocurrir en Colombia, donde un
general muy prominente fue condenado a tan solo 13 años de cárcel
en una corte norteamericana, porque cooperó.
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