El presidente Leonel Fernández anunció que no aceptó la petición de
diversos sectores del país de postularse para la candidatura
presidencial del Partido de la Liberación Dominicana y optar por la
reelección en las elecciones generales del proximo año.
El mandatario hizo el anuncio en un discurso que dirigió a la nación que reproducimos completo:
Discurso doctor Leonel Fernández, presidente de la República Dominicana, viernes 08 de abril del año 2011.
Pueblo Dominicano:
Pueblo Dominicano:
El
próximo domingo, 10 de abril, el Comité Central del Partido de la
Liberación Dominicana, ha sido convocado para, entre otros aspectos,
escoger los pre-candidatos a la nominación presidencial de nuestra
organización política.
Es pertinente, por consiguiente, que antes
de la celebración de esa actividad, pueda compartir con el país mis
perspectivas en relación a uno de los temas que, en los últimos tiempos,
ha estado gravitando con mayor intensidad en la opinión pública: el
tema de la reelección presidencial.
Esta es una cuestión bastante
sensible en la agenda política nacional, tanto por lo que ha sido
nuestra historia, por las diversas aspiraciones individuales en torno a
la función, así como por los intereses en conflicto.
La primera
vez que, en calidad de actor político, tuve que reflexionar y adoptar
una postura con respecto a este asunto fue en el año 1998.
En esa
ocasión, luego de las elecciones de medio término, en que nuestro
Partido, a pesar de haber incrementado su matrícula congresional, no
obtuvo, sin embargo, los resultados esperados, dos altos dirigentes del
Partido Reformista Social Cristiano, me plantearon la necesidad que,
conforme a su criterio, el país tenía de que se modificase la
Constitución de la República, a los fines de hacer viable una
candidatura mía a la reelección presidencial en los comicios del año
2000.
Después de agradecer lo que consideraba un gesto de
confianza política y de cordialidad en el ámbito personal, rechacé, sin
embargo, la propuesta.
Los dirigentes reformistas volvieron a
insistir en diversas otras ocasiones, y ante mi reiterada negativa, me
solicitaron, entonces, sostener una conversación directa con el doctor
Joaquín Balaguer.
Acudí a la cita con el viejo zorro de la
política criolla, quien también, con su clásica sabiduría, hizo
esfuerzos por persuadirme de que de no aceptar una nueva repostulación
en el año 2000, el país se encontraría en el riesgo de caer en manos
demagógicas e irresponsables, que lo conducirían al caos.
A la
luz de lo acontecido, muchos dirán que las palabras del ex presidente
Balaguer resultaron proféticas, pero en aquel momento, también a él le
razoné que, desde el punto de vista de la institucionalidad democrática,
no era lo que el pueblo dominicano estaba esperando.
El no estuvo enteramente complacido con mi respuesta, pero terminó por aceptar mis argumentos.
Con
el respaldo de más de 2 millones de votantes, por vez primera en la
historia electoral de la República Dominicana, retornamos al poder en el
año 2004.
Fruto de los esfuerzos de nuestro Gobierno por
recuperar la confianza, la estabilidad, el crecimiento económico y la
reducción de la pobreza, volvimos a conquistar el respaldo del
electorado en el certamen de medio término del año 2006.
Como la
Constitución fue modificada en el 2002, por mi antecesor, con el único
objetivo de permitir la reelección presidencial, tuve la facultad legal
de presentarme nuevamente al escrutinio de los electores en el año 2008.
Otra vez, en la boleta morada del Partido de la Liberación
Dominicana, obtuvimos una votación por encima de 2 millones 200 mil
ciudadanos, con lo cual se confirmaba el respaldo de la mayoría de la
población a nuestra gestión gubernamental.
En mayo del año
pasado, por cuarta vez consecutiva, el Partido fundado por ese maestro
de las ideas y de la acción política, el profesor Juan Bosch, se coronó
con una victoria abrumadora, al ganar 31 de las 32 provincias del país.
De
manera reiterada en los últimos siete años, el pueblo dominicano, en
forma mayoritaria, ha volcado su apoyo, de manera legítima y
democrática, en favor del Partido de la Liberación Dominicana.
Ese
respaldo, sólido y consistente a nuestra organización política, se ha
mantenido aún en medio de la crisis financiera global, del alza del
precio de los combustibles, de la crisis alimentaria internacional, del
plan de austeridad del Fondo Monetario Internacional y de los desastres
naturales.
Es lógico, por consiguiente, que ante un panorama
internacional incierto y una oposición política que no supera sus
desaciertos del pasado, un segmento importante de nuestra población mire
con inquietud y preocupación lo que le aguarda el porvenir en las
elecciones pautadas para mayo del año próximo.
Apoyándose en las
libertades consagradas en toda sociedad democrática, durante los últimos
meses ha habido en la sociedad dominicana una efervescencia, con
opiniones a favor y en contra, acerca de la eventualidad de que mi
nombre sea sometido nuevamente a la consideración de los electores.
En
respaldo a esto último, se han llevado a cabo diversas actividades. Se
han hecho distintos pronunciamientos y se han generado diversos
testimonios, todo dentro de la pluralidad que debe prevalecer en todo
sistema que se considere democrático.
Dentro del conjunto de
actividades realizadas, 27 Senadores me visitaron en Palacio para
expresarme su solidaridad y apoyo ante cualquier decisión que tomase
respecto al tema de la reelección.
De igual manera, recibí la
información de que la mayoría de los Diputados y Alcaldes del Partido de
la Liberación Dominicana estaban dispuestos a realizar un acto parecido
al de sus compañeros del Senado, el cual no se produjo debido a mi
personal solicitud de desactivación.
Recientemente, se llevó a
cabo una recolección de firmas de más de 2 millones de ciudadanos, en
apoyo, también, a una eventual decisión en relación al tema de
referencia.
Ese proceso de recolección de firmas culminó en un
masivo y entusiasta acto, llevado a cabo el pasado 27 de marzo en el
Centro Olímpico Juan Pablo Duarte.
Aunque algunos de nuestros
adversarios han querido arrojar dudas sobre la autenticidad de la
cantidad de firmas recogidas, es bueno recordar que hasta ahora el único
Partido en la historia política nacional que ha obtenido más de 2
millones de votos a favor, es el Partido de la Liberación Dominicana.
Por
consiguiente, no debe causar ninguna extrañeza que obtenga en firmas de
apoyo ciudadano lo que ya ha demostrado más de una vez haber
conquistado en votos.
En adición a ese inequívoco, democrático e
irrefutable respaldo popular, distintas encuestas, de gran prestigio,
han indicado, de manera reiterada, que de figurar como precandidato en
las primarias de nuestro Partido, obtendría, en forma abrumadora, el
apoyo de la mayoría.
Esas mismas encuestas han indicado que cerca
del 80% de la población dominicana considera que optaré por un nuevo
mandato presidencial en el próximo torneo electoral.
Asimismo, a
pesar de no estar en campaña, las encuestas además han señalado que si
las elecciones generales tuviesen lugar en estos momentos, ganaríamos en
primera vuelta con aproximadamente los mismos porcentajes que en
elecciones anteriores.
Todo cuanto llevo dicho es para indicar
que el desafío que se nos presenta ante la eventualidad de una nueva
candidatura presidencial, no consiste tanto en disponer de respaldo
suficiente como para garantizar una nueva victoria en las urnas, sino,
más bien, de las consideraciones constitucionales a esa posibilidad.
Cuando
reflexiono sobre este tema, pienso en uno de los más destacados
estrategas militares del mundo antiguo. Pienso en Aníbal, el llamado
Orgullo de Cartago, quien con sus grandes habilidades de guerrero fue el
único, en su tiempo, en derrotar en varias ocasiones al temible
ejercito romano.
En su enfrentamiento bélico con la República de
Roma, Aníbal fue organizando un ejército integrado, no sólo por
cartagineses, sino por distintas tribus que se iban incorporando a
medida que avanzaba en territorio.
Entre sus hazañas se cuenta
que cruzó los Pirineos. Luego, los Alpes, con sus elefantes, en medio de
la nieve, bajas temperaturas y ataques inesperados por parte de grupos
hostiles.
Conquistó el norte de Italia. Derrotó a varios de los
más importantes generales del ejército romano. De ahí se desplazó hacia
el centro, donde también obtuvo otras victorias importantes.
Posteriormente, giró hacia el sur de la Península Itálica, sembrando la derrota en el campo enemigo.
Avanzó
tanto en sus conquistas, que en un momento dado, llegó a colocarse a
tan sólo cinco kilómetros de las puertas de la ciudad de Roma. Se
consideraba que procedería a su acoso y sometimiento.
En la
misma ciudad, niños, hombres, mujeres y ancianos se encontraban ya
resignados a lo que consideraban como un hecho inevitable: la caída de
la Ciudad Eterna.
Sin embargo, cuando todos los vientos soplaban
en su favor, Aníbal se detuvo a reflexionar. Sabía que estaba en
condiciones de tomar a Roma, pero temía, al mismo tiempo, que pudiese
destruirla.
Confieso, que esa también es mi preocupación. La
preocupación de que si intentase responder positivamente a las
peticiones de diversos sectores de la vida nacional en favor de una
nueva candidatura presidencial en el año 2012, se estaría reproduciendo
una antigua y rechazada práctica histórica nacional de pretender
perpetuarse en el poder.
Se podría argumentar que la reelección
presidencial para un segundo mandato continuo, se encuentra prohibida en
el artículo 124 de la Carta Magna.
En efecto, dicho artículo dice lo que sigue:
"El
Poder Ejecutivo se ejerce por el o la presidente de la República, quien
será elegido cada cuatro años por voto directo y no podrá ser electo
para el periodo constitucional siguiente."
Frente a ese
planteamiento de la Constitución, destacados juristas han argumentado
que la misma no tendría aplicación para los comicios del año 2012, sino
más bien para las elecciones del año 2016, en razón de lo indicado por
el mismo Texto Constitucional, en el artículo 110, sobre la
Irretroactividad de la Ley.
Esa disposición indica que:
Esa disposición indica que:
"La
ley sólo dispone y se aplica para lo porvenir. No tiene efecto
retroactivo sino cuando sea favorable al que esté sub júdice o
cumpliendo condena. En ningún caso los poderes públicos o la ley podrán
afectar o alterar la seguridad jurídica derivada de situaciones
establecidas conforme a una legislación anterior."
Frente a esta
situación, esos reconocidos juristas sugieren que lo procedente es una
consulta, ya sea a la Suprema Corte de Justicia, en calidad de Corte
Constitucional, o al Tribunal Constitucional, cuando éste quede
debidamente integrado.
Eso, se reconoce, es tema de controversia
jurídica, pero si esa opción legal no resulta lo suficientemente
convincente, los artículos 210 y 272 de la Ley Sustantiva, crean las
figuras del Referendo Consultivo y el Referendo Aprobatorio, como
solución alterna, de validez incuestionable.
Con respecto a lo primero, se afirma en el artículo 210:
"Las
consultas populares mediante referendo estarán reguladas por una ley
que determinará todo lo relativo a su celebración, con arreglo a las
siguientes condiciones:
1) No podrán tratar sobre aprobación ni revocación de mandato de ninguna autoridad electa o designada;
2) Requerirán de previa aprobación congresual con el voto de las dos terceras partes de los presentes en cada cámara."
Como
puede apreciarse, es la Constitución de la República la que prevé el
mecanismo de la consulta popular a través de un referendo. Sólo expresa
que para que ese referendo se produzca, se requiere la aprobación en el
Congreso Nacional de una ley orgánica, esto es, que sea aprobada por las
dos terceras partes de los miembros presentes.
Por su parte, el artículo 272, relativo al referendo aprobatorio, señala:
"Cuando
la reforma verse sobre derechos, garantías fundamentales y deberes, el
ordenamiento territorial y municipal, el régimen de nacionalidad,
ciudadanía y extranjería, el régimen de la moneda, y sobre los
procedimientos de reforma instituidos en esta Constitución, requerirá de
la ratificación de la mayoría de los ciudadanos y ciudadanas con
derecho electoral, en referendo aprobatorio convocado al efecto por la
Junta Central Electoral, una vez votada y aprobada por la Asamblea
Nacional Revisora."
Los párrafos subsiguientes a dicho artículo, a su vez, indican:
"Párrafo
I.- La Junta Central Electoral someterá a referendo las reformas dentro
de los sesenta días siguientes a su recepción formal.
Párrafo
II.- La aprobación de las reformas a la Constitución por vía de
referendo requiere de más de la mitad de los votos de los sufragantes y
que el número de éstos exceda del treinta por ciento (30%), del total de
ciudadanos y ciudadanas que integren el registro electoral, sumados los
votantes que se expresen por SÍ o por NO.
Párrafo III.- Si el
resultado del referendo fuere afirmativo, la reforma será proclamada y
publicada íntegramente con los textos reformados por la Asamblea General
Revisora."
De los textos leídos se infiere que si se
interpretase que el artículo 124 de la Constitución prohíbe la
reelección presidencial para un periodo inmediato, nada impide, desde el
punto de vista legal, que esto pueda modificarse mediante, primero, un
referendo consultivo, y segundo, un referendo aprobatorio.
Por
consiguiente, no habría nada de pecaminoso, ni de ilegítimo, ni de
ilegal en encauzar una acción orientada en esa dirección.
Tampoco
habría poder alguno, sea de la naturaleza que fuere, que pudiese
criticar, con justicia, lo que la propia Constitución establece como un
derecho.
Eso quiere decir que mi decisión sobre este particular,
más que descansar sobre aspectos constitucionales o legales, a lo cual,
insisto, tendría legitimo derecho, se fundamenta, más bien, en
consideraciones de lo que conviene o no, por razones estrictamente
políticas, al pueblo dominicano y al Partido de la Liberación
Dominicana.
Ninguno de los compañeros que actualmente aspira a la
nominación presidencial de nuestra organización política para el
próximo certamen electoral, puede alegar que yo he sido obstáculo para
sus aspiraciones.
Por el contrario, he estimulado esa
participación, y en diversas ocasiones me he reunido con cada uno de
ellos para establecer todo lo relativo al calendario de las primarias
del Partido, al padrón electoral, a los integrantes de la Comisión
Nacional Electoral y a los reglamentos a ser aplicados en los comicios
internos.
A pesar de la opinión contraria de mis adversarios, no
me considero un caudillo en el PLD, una figura insustituible, un
Mesías, o un hombre aferrado al poder.
En verdad, sólo me he
considerado siempre y me considero, nada más, un humilde ciudadano, pero
responsable que, desde temprana edad, asumió el sacrificio de aportar
su modesto concurso a un mejor porvenir para el pueblo dominicano.
Esa
es la pasión que arrastra mi vida, y es la que siempre estaré dispuesto
a desempeñar, hasta la muerte, desde cualquier posición, por más
encumbrada o simple que sea, a favor de la libertad, la democracia y la
justicia social del pueblo dominicano y de los pueblos del mundo.
En
el 1998, como he referido, recibí el apoyo directo del líder de una de
las más importantes fuerzas políticas del país para una reelección
presidencial en el año 2000, la cual, sumada a la nuestra, habría, muy
probablemente, producido una nueva victoria electoral, como en 1996, y a
pesar de eso, por razones de prudencia, me abstuve.
Trece años
después, con significativo respaldo de distintos sectores nacionales,
con mayoría en las filas del Partido, con reales perspectivas de un
nuevo triunfo electoral, sin impedimento legal insuperable, sólo con el
propósito de hacer lo que consideramos correcto, de evitar posibles
tensiones a la sociedad dominicana, consolidar nuestro proceso
democrático y afianzar aún más la nueva Constitución, hago, por segunda
vez, lo que no se había hecho en la historia dominicana: declinar, de
manera voluntaria y espontánea, con actitud de desprendimiento, a una
nueva repostulación presidencial.
En la defensa de valores
democráticos, de progreso y bienestar para nuestro pueblo, he recibido, a
lo largo de los años, el respaldo fiel de centenares de miles de
personas, de compañeros, amigos y allegados.
A ellos les
agradezco la confianza que han depositado en mí. La entrega, el
sacrificio y la vehemencia con que han asumido nuestra causa, y espero
haber estado siempre a la altura de sus expectativas e ilusiones.
En
lo inmediato, mi objetivo central será el de concentrarme en las tareas
de Gobierno, a fin de enfrentar los distintos desafíos globales que
tanto impacto tienen en los diversos sectores de la vida nacional.
Pero
conjuntamente con esa labor de Gobierno, ahora, también, de lo que se
trata es de preparar a nuestro glorioso e histórico Partido de la
Liberación Dominicana para que una vez más, en los comicios del año
venidero, exhiba sus mejores colores, despliegue sus banderas y
conquiste una nueva victoria electoral en primera vuelta, como ya hemos
demostrado saber hacer.
En mi condición de Presidente de la
organización, asumiré un rol de neutralidad frente a la competencia
interna de los distintos compañeros. No influiré en forma alguna para
que la balanza electoral interna se incline a favor de alguno de los
contendientes.
Naturalmente, respaldaré de manera irrestricta, y
trabajaré de manera entusiasta a favor de quien las bases del Partido
escojan de manera libre y democrática como candidato y próximo
Presidente de la República.
Pongo a disposición de nuestra
organización las mas de 2 millones de firmas que me fueron otorgadas
como expresión de respaldo popular a nuestra gestión gubernamental, que
es una forma de individualizar el voto para el próximo certamen
electoral; y solicito a todos los compañeros y compañeras del Partido de
la Liberación Dominicana que desde ya empiecen a trabajar, con espíritu
de unidad, con verdadero empeño y dedicación, a los fines de continuar
con la Revolución Democrática que hemos iniciado, que consiste en
fortalecer el Estado de Derecho, la libertad, la transparencia, la
eficiencia, el progreso, el desarrollo, la paz social, la modernización y
el bienestar de los hijos de esta tierra.
¡Muchas gracias! ¡Buenas noches!
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